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Nuestras fronteras: un insulto permanente a España y Europa

Melilla es una posibilidad española y sólo mirada desde España es posible Melilla
PARA CARTA

Mi inolvidable amigo Casemiro -él era solo Casemiro, y eso era bastante- que dirigió hasta su muerte la empresa Factor Humano, que yo fundé en Madrid, me hizo, poco antes de morir, un regalo que es una de las mayores joyas de mi biblioteca: las obras completas de José Ortega y Gasset, publicadas por la Revista de Occidente.

En el tomo 1 de los 10 que componen esas Obras Completas, figura un artículo que el gran Ortega publicó el 27 de febrero 1910 con el título “España como posibilidad”, cuyo párrafo final era:

clávese sobre España el punto de vista europeo. La sórdida realidad ibérica se ensanchará hasta el infinito; nuestras realidades, sin valor, cobrarán un sentido denso de símbolos humanos. Y las palabras europeas que durante tres siglos hemos callado, surgirán de una vez, cristalizando en un canto. Europa, cansada en Francia, agotada en Alemania, débil en Inglaterra, tendrá una nueva juventud bajo el sol poderoso de nuestra tierra. España es una posibilidad europea. Sólo mirada desde Europa es posible España”.

Inspirándome en José Ortega y Gasset, yo podría, reduciendo los términos, decir que Melilla es una posibilidad española y sólo mirada desde España es posible Melilla.

El viernes, el Editorial de nuestro MELILLA HOY titulaba, con enorme acierto: “Europa, más contundente que nuestro propio país. Europa defiende con más interés e intensidad a Ceuta y Melilla de las agresiones externas que sufren de manera frecuente desde Marruecos que el propio país al que pertenecen, España. Al menos, resulta más contundente que lo que se ha mostrado hasta ahora el Gobierno español que preside Pedro Sánchez, aún desconocemos por qué”, por qué razones el presidente del Gobierno de España no defiende, a Melilla y Ceuta -fronteras europeas con Marruecos- de las agresiones del Reino de Marruecos, mientras que Europa sí lo hace.

Que no nos defienda el actual Gobierno de Sánchez es una maldición para Ceuta y Melilla. La situación de nuestras fronteras, europeas, con el reino marroquí -que no reconoce la existencia de esas fronteras, en cuanto que insiste en que ambas ciudades, nacidas como españolas antes que Marruecos existiera como nación- es un insulto permanente a melillenses y ceutíes de todas las procedencias, lo es para Europa (la Unión Europea) y debería serlo también para el Gobierno español y para los Gobiernos ceutí y melillense.

Desgraciadamente, para el Gobierno de Sánchez y su PSOE, no existe tal insulto permanente fronterizo, y para Coalición por Melilla (Aberchán), parte mayoritaria del catastrófico gobierno melillense saliente, tampoco existe. Ni uno -Pedro Sánchez- ni otro -Mustafa Aberchán- quieren ni han querido -y supongo que siguen sin querer- desairar al Sultán marroquí. Uno, Aberchán, ya no está en el Gobierno de Melilla. El otro, Sánchez, amenaza con poder seguir presidiendo el Gobierno (Frankenstein) de nuestra pobre, cada vez más pobre, otrora gran potencia mundial, España. Que Sánchez, con los independentistas y pro etarras, pueda seguir gobernando España es un desastre para los españoles, pero es/sería una catástrofe sin paliativos para melillenses y ceutíes.

Deseo aclarar que no creo que el PP sea ninguna maravilla, pero hay situaciones en las que la maldad supera tanto la bondad -como diría Platón- que cualquier cambio político hay que considerarlo como algo menos malo, o sea, mejor.

 

Somnolencia ejecutiva gubernamental

Confieso que la parálisis, o lentitud extrema agosteña, ejecutiva del “Gobierno de Imbroda” empieza a ponerme nervioso. Entiendo que hay que nombrar muchos cargos (demasiados) y colocar en la cosa pública a muchos fieles (al jefe), pero me cuesta mucho aprehender que -habiendo declarado antes de las elecciones y como argumento principal que el nuevo Gobierno iba a cambiar muy poco del de hace veinte años porque así la experiencia ejecutiva estaba asegurada y se podría empezar a gobernar, no a colocar, al día siguiente de las elecciones- casi todo vaya tan lento, tan pendiente de las decisiones de uno y de las vacaciones, de ignota duración, de casi todos.

Por cierto, evadir las respuestas y retrasar las soluciones -aún sabiendo que la herencia recibida es terrorífica- no es solucionar los problemas, sino agravarlos.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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