Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.
Logo de Melilla hoy

Carta del Editor

Nuestras fronteras: así no se puede seguir

A veces tengo y he tenido la misma sensación, como otros melillenses, de acoso por parte de empleados públicos corruptos, funcionarios inútiles y prepotentes, políticos fracasados y así, junto con sus voceros miserables y mentirosos. Les pagamos para que nos protejan y nos intentan machacar, es patético. Por supuesto, son pocos, muchos menos de los que cumplen con su obligación y lo hacen bien, pero esos pocos hacen mucho daño, incluso irreparable para algunos de los injustamente denunciados y acusados. He escrito ya alguna vez sobre el extraordinario libro "Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza. Por qué fracasan los países", de los profesores norteamericanos de economía Acemoglu y Robinson. Es uno de los libros que me han servido de referencia a la hora de definir nuestra Sociedad para el Desarrollo de Melilla (SODEMEL), a la que cito una vez más para alegría y esperanza justificada de los muchos melillenses que quieren y necesitan que nuestra ciudad mejore y se desarrolle y también, por qué no, para fastidiar un poco más a esos pocos, aunque visibles, tontos fatuos inevitables en cualquier sociedad, que creen que los demás somos como ellos, de su misma lamentable condición, incluyendo en ese grupo a algunos prepotentes empleados públicos (tipo Julio Liarte o Joaquín Martínez, mucho dinero, poco o casi ningún trabajo) y de otros denunciantes, integrantes de la conjura de los necios, (según JK Toole y con Mari Nieves Vida en lugar destacado), conjuras que originan graves daños a personas inocentes -y a la sociedad en general- con el agravante sorprendente e indignante de que alguno de los conjurados incluso consigue por ello medallas injustamente otorgadas y lamentablemente colgadas por quienes tendrían la obligación y el deber de no hacerlo.

Por azar, veo de nuevo la película norteamericana El Intercambio, dirigida por el extraordinario Clint Eastwood e interpretada por Angelina Jolie. Es un caso de corrupción de fuerzas policiales, encabezadas por un capitán prepotente, de abuso a una ciudadana a la que se le endosa un hijo que no es el suyo, desaparecido. Como los jefes de los policías corruptos quieren dar la impresión de que ya han resuelto el caso del niño desaparecido, acosan a la madre, la denuncian, la meten en un manicomio, le pretenden hacer la vida imposible para que reconozca como suyo al niño que no lo es. A veces tengo y he tenido la misma sensación, como otros melillenses, de acoso por parte de empleados públicos corruptos, funcionarios inútiles y prepotentes, políticos fracasados y así, junto con sus voceros miserables y mentirosos. Les pagamos para que nos protejan y nos intentan machacar, es patético. Por supuesto, son pocos, muchos menos de los que cumplen con su obligación y lo hacen bien, pero esos pocos hacen mucho daño, incluso irreparable para algunos de los injustamente denunciados y acusados.

Volviendo a SODEMEL y pensando en Melilla, nuestro entorno marroquí, nuestras fronteras -las que separan dos países con la mayor diferencia mundial de renta per cápita- y su más que preocupante situación, he recordado uno de los pasajes del libro antes mencionado, en el que se describe el curioso y significativo caso de dos ciudades, ambas llamadas Nogales, separadas por una frontera. Obviamente el clima de las dos ciudades es el mismo, como la situación geográfica y los antepasados de los habitantes de las dos. Lo que las diferencia es que una de las Nogales está en Arizona (Estados Unidos) y la otra en Sonora (México) y que la primera, la Nogales de EEUU, tiene una renta per cápita tres veces superior a la mexicana. Siendo su situación geográfica, clima y antepasados los mismos, ¿cómo se puede explicar tamaña diferencia?. Obviamente porque tiene distintas instituciones y esas instituciones crean incentivos muy dispares para los habitantes y las empresas de las dos Nogales. La conclusión que extraen Acemoglu y Robinson: "Como las instituciones influyen en el comportamiento y los incentivos en la vida real, forjan el éxito o el fracaso de los países. El comportamiento individual importa en todos los niveles de la sociedad, pero incluso ese factor requiere un marco institucional para transformarse en una fuerza positiva (Bill Gates, por ejemplo, tenía una talento inmenso, pero, en última instancia, respondía a incentivos)".

Winston Churchill lo decía de una manera más rotunda, más política y florida, como era su estilo: "El socialismo es una filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia y el evangelio de la envidia. Su virtud inherente es la distribución equitativa de la miseria". Nogales de Arizona, EEUU, está en un país donde, con todos sus defectos, predomina la libertad de elección. Nogales de Sonora (México) está en otro país, con un marco institucional en el que no predomina tal libertad. La primera es rica, la segunda pobre. Muchos mexicanos intentan entrar en Estados Unidos, ningún norteamericano de Estados Unidos -que se sepa- intenta entrar fraudulentamente en México. O, por utilizar un ejemplo más próximo: muchos marroquíes intentan entrar y quedarse en Melilla (y, de paso, utilizar gratuitamente la sanidad pública local); ningún melillense intenta entrar fraudulentamente en Marruecos y quedarse allí.

Volviendo a las fronteras, datos oficiales que, recogidos por Paqui Sánchez, publicó nuestro periódico el miércoles relataban que casi el 50% -el 41,5% concretamente- de los inmigrantes entrados en España durante los últimos cinco años (2012-2016) provienen de Melilla. Un total, controlado, de 23.777 personas han entrado en España procedentes de Melilla, mientras que desde Ceuta solo lo han hecho 8.850, tres veces menos, dicho sea de paso. Lo llamativo es que de los 23.777 inmigrantes ilegales procedentes de Melilla solo 3.042 lo hicieron saltando la valla, mientras que el resto lo han hecho a través de nuestras lamentables fronteras, que ya no son solo un gravísimo problema local (sanitario, económico, turístico, de seguridad, etc.) sino también un gran problema nacional e internacional. Así, con esta situación catastrófica de nuestras fronteras, no se puede seguir. Tienen toda la razón al quejarse casi todos los melillenses, entre ellos empresarios con tanta tradición como Enrique Alcoba.

Loading

Más información

Scroll al inicio

¿Todavía no eres Premium?

Disfruta de todas
las ventajas de ser
Premium por 1€