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No hay mal que por bien no venga

Esta revalorización de nuestro patrimonio histórico artístico que se ha conseguido en Melilla tras las rehabilitaciones que se han llevado a cabo a raíz del terremoto nos lleva a una conclusión clara, y es que no falla el dicho popular de «no hay mal que por bien no venga» Inolvidable en el recuerdo aquel 25 de enero de 2016, día en que Melilla sufrió uno de los mayores temblores de tierra su historia. El tercero en magnitud, para ser más exactos, tras alcanzar los 6,3 grados en la escala Richter, provocando momentos de nervios, miedos y no pocos daños que aún hoy, dos años después, no están reparados del todo.
El Gobierno de la Nación y la Ciudad Autónoma, a través de un plan de ayuda a los damnificados, y el Consorcio de Compensación de Seguros, en el caso de aquellos que tenían seguro de hogar, hicieron frente a buena parte de los gastos para arreglar los desperfectos ocasionados en casas y edificios.
Un paseo por Melilla nos permite ver que 730 días después, la ciudad está a medio camino todavía de recuperar, totalmente, la normalidad tras el fuerte seísmo. Todavía hay edificios, tanto públicos como privados, que siguen en obras para tapar esas cicatrices que en forma de grietas y desperfectos aparecieron en paredes y fachadas como consecuencia del temblor de tierra.
Un ejemplo claro lo tenemos en el Palacio de la Asamblea, la casa de todos los melillenses, donde las tres obras de reparación que quedan pendientes alcanzan los 1,7 millones de euros. Antes hubo que hacer más, como la consolidación de los torreones, que también se vieron gravemente afectados hasta el punto de que se temía el derribo de uno de ellos. Finalmente no hizo falta y el edificio consistorial está siendo sometido a unas obras de rehabilitación por fases que en algunas zonas ya empiezan a dejar ver los resultados. Lo que se aprecia es un embellecimiento del Palacio de la Asamblea, una consecuencia que también se ha conseguido en otros edificios de la ciudad que se vieron en la misma situación tras el terremoto, como el Casino Militar, por ejemplo, o la Iglesia de la Purísima Concepción, que lucen mucho más bonitos que antes del 25 de enero de 2016.
Esta revalorización de nuestro patrimonio histórico artístico que se ha conseguido en Melilla tras las rehabilitaciones que se han llevado a cabo a raíz del terremoto nos lleva a una conclusión clara, y es que no falla el dicho popular de «no hay mal que por bien no venga». Está claro que el terremoto fue un trago amargo para todos, sobre todo para la treintena de ciudadanos que sufrieron heridas y los más de 300 que tuvieron que ser desalojados de sus casas. También para miles de personas que, sin tener que salir de sus casas, sufrieron daños en sus propiedades. Pero Melilla ha logrado pasar página de manera ejemplar, aprovechando un mal momento para darle la vuelta y buscar el lado positivo.

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