‘Pallasos en Rebeldía’ y la banda de Txarango unieron fuerzas para llevar la esperanza a las puertas del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). La magia del circo y el poder de la música consiguieron que, al menos durante un rato, se disiparan las preocupaciones de los residentes. Sirios, argelinos, subsaharianos… todos comprendieron el lenguaje de la risa.
«Donde otros levantan vallas, nosotros levantamos risas y esperanzas», anunciaba en las horas previas a la actuación en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) el payaso y ‘artivista’ Iván ‘Capitán Jadoc’ Prado.
En esta ocasión, el colectivo internacional ‘Pallasos en Rebeldía’ contó con la compañía, las letras y los instrumentos de la banda catalana Txarango. Juntos intentaron tumbar la «valla criminal» de Melilla y defender «la libertad» de movimiento.
«Venimos a cantar y a desalambrar fronteras y corazones», recordaba el ‘Capitán Jadoc’ cuando el grupo comenzaba a entonar las primeras canciones, cargadas con altas dosis de conciencia social. Poco a poco, los residentes del CETI comenzaron a acudir a la llamada de los payasos, siguiendo el sonido y los ritmos de Txarango.
La magia del circo y el poder de la música se unieron para recordar a los inmigrantes de Melilla que no están solos, a pesar de lo que dicten las políticas migratorias de la Unión Europea.
Sirios, marroquíes, subsaharianos, argelinos… daba igual la nacionalidad: Todos comprendieron a la perfección el lenguaje de la risa. Pequeños y mayores disfrutaron con la actuación que tuvo lugar en la tarde de ayer en la explanada del CETI. Durante unos minutos, las preocupaciones y los malos recuerdos se disiparon. Txarango y ‘Pallasos en Rebeldía’ consiguieron con creces su objetivo: repartir esperanza a los que más la necesitan, a los que huyen de la miseria, a los que aún sueñan con una vida mejor.
La realidad supera a la ficción de las ‘Naciones Hundidas’
Payasos y músicos aprovecharon la mañana de ayer para realizar una serie de ‘performances’ protesta. Una de ellas tuvo como escenario el Mirador del Barranco del Quemadero. Allí realizaron acrobacias, soltaron globos y lanzaron confeti mirando cómo la valla se ‘hundía’ en el mar. La segunda intervención iba a tener lugar en una pequeña explanada de la carretera de circunvalación. Pretendían representar a dos militares payasos de las ‘Naciones Hundidas’ que se topaban con unos músicos tratando de tumbar la valla con sus canciones y sus mensajes de libertad. Cuando los militares payasos comenzaron a expulsar a los músicos, llegaron unos agentes de la Guardia Civil para poner fin al espectáculo. La realidad terminó por superar a la ficción.
