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MUCHO MÁS QUE SOLO BICI: Los que se fueron (Dedicado a Carlos Huelin)

Cuando ocurre un siniestro vial solemos pensar, si no es demasiado evidente, que ocurren por cuestiones de mala suerte. De hecho, se les llama incorrectamente accidentes cuando en la mayoría de los casos son evitables.

En cualquier siniestro vial se dan ciertas variables que podríamos paliar, si ponemos un poco de interés por nuestra parte, para que sean eliminadas.

La variable que más se da es la velocidad excesiva, que es la mayor responsable no solo de las cifras de víctimas de tráfico sino de la gravedad de las lesiones que se producen. En nuestra ciudad esta es fácilmente observable en cualquier carretera residencial o no. A cualquier hora del día o de la noche podemos ver vehículos duplicando o triplicando el límite máximo de la vía.

Otro factor son los despistes, los cuales han aumentado exponencialmente en los últimos años por el abuso desproporcionado del teléfono móvil, un teléfono móvil que se está comenzando a usar para escribir en lugar de hablar para lograr así no llamar la atención de la autoridad competente o por “miserable” por vergüenza torera. En mi experiencia personal, contabilicé en una carretera residencial de apenas 100 metros, en solo una hora, cómo de los 850 vehículos que pasaron más de 40 iban utilizando el móvil, coches, camiones de reparto, patines, motos. Nadie se atrevió a dejar la oportunidad de dar rienda suelta a sus necesidades de comunicación verbal o escrita en esa lacra en la que se ha convertido el uso del móvil a manos de cualquier volante o manillar.

La última variable que se suma como causa del 70% de los siniestros viales es la falta de respeto de la distancia de seguridad, unos “ridículos” metros que lograrán en el frenazo de turno podamos salir indemnes y que despreciamos sin mesura.

¿Qué ocurre si las aceras están infestadas de coches, si no existe continuidad peatonal para poder cruzar de forma segura, si esos pasos de peatones son pisoteados por todo tipo de vehículos, si la prioridad no es el peatón y si el vehículo privado…? Al aparecer nada, pues nada se hace para evitarlo.

Todos los heridos graves de los últimos 3 años han sido individuos vulnerables, este año ya tenemos dos fallecidos. Los amigos con los que hablo denuncian cómo vehículos, incluso por zonas como la circunvalación, frecuentadas por ciclistas de corta edad, van a más de 100 km por hora. La ciudad 30 es hoy al igual que ayer, una utopía.

Los responsables en materia de seguridad vial que existen en la ciudad son la comisión de seguridad vial, el grupo de trabajo de seguridad vial, el plan de movilidad urbana sostenible, responsables todos ellos, en una mejora de una seguridad vial que nunca llega. Las cifras de siniestralidad vial serán publicadas por UNESPA en unos días, cifras que nuevamente nos retratarán como sociedad. Si alguien se pregunta qué se está haciendo al respecto de estos datos, mi respuesta no puede ser otra: observen la ciudad en cualquier rincón de la misma y díganme si creen sentirse seguros, si dejarían que sus hijos circularan en bicicleta por las carretas, o que caminaran solos por los caminos que les llevan al colegio o hacer ejercicio en plena calle, en algún espacio peatonal, un espacio público que nos es hostil desde hace ya muchos años y que no tiene pinta de cambiar.

No consideremos la permanente agresividad del ambiente para los medios de movilidad sostenibles como son los ciclistas o los peatones. Un factor que nunca interesó fue la salud pública de estos. Melilla es una ciudad antipática, por decirlo suave, para el peatón y para los ciclistas, una ciudad que perdió hace hoy 5 años a un ciclista y que, en cualquier momento, ante el escenario actual, no me extrañaría que lograra perder a otro.

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Javier Bocanegra

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