Afirmó ayer monseñor Carlos Amigo Vallejo, arzobispo de Sevilla, que la Iglesia no es ajena a los problemas del mundo y que en el caso concreto de la inmigración interviene "ayudando" al que precisa auxilio, al tiempo que afirmó que la solución a este drama "no se resuelve en las fronteras y la altura de las vallas, sino en el país donde cada uno vive y compartiendo aquello que se tiene". Monseñor visitó Melilla para participar en el ciclo de conferencias de la Cofradía del Nazareno por el 350 aniversario de la salida procesional de su santo titular. En su intervención, dejó de manifiesto que el futuro de las cofradías pasa por ser fieles a sus orígenes: "hermandades que nacieron para vivir la fe y practicar la caridad". El Salón Dorado del Palacio de la Asamblea acogió ayer la conferencia titulada "El amor de Jesús de Nazaret" que ofreció monseñor Carlos Amigo Vallejo, arzobispo de Sevilla, dentro del ciclo organizado por la Cofradía decana de la ciudad en el 350 aniversario de la primera salida procesional del Cristo Nazareno.
Ponencia
En su intervención, monseñor realizó un repaso por la historia de la Semana Santa melillense, desde la primera semilla que plantara aquel Cristo de la Veracruz en los inicios de la Melilla cristiana, hasta la actualidad, para centrarse después en los santos titulares de la Cofradía decana, la del casco antiguo: la Real Cofradía y Hermandad Franciscana de Nuestro Padre Jesús Nazareno y María Santísima de los Dolores. Se sirvió de la imagen doliente del Cristo de la Veracruz para hablar de los problemas actuales que siguen generando dolor en la gente, y que encuentran su solución "en la entrega, la generosidad, la solidaridad, la justicia y, en definitiva, el amor".
Dejó de manifiesto el arzobispo de Sevilla la "obra admirable de caridad" que realiza la Iglesia y que "no se conoce". Afirmó, frente a las voces que la critican, que "la Iglesia no está preocupada por el aplauso, sino por la fidelidad, por ser fieles y a identificarnos con Cristo, con un Jesucristo Nazareno que camina por este mundo y que está metido en las heridas de la humanidad". Y es que aseguró que no es ajena al dolor de las familias, en especial de las desestructuradas, las aquejas por el drama del paro o la drogadicción.
No quiso olvidar el purpurado en su conferencia, la razón de ser de las cofradías, "asociaciones de contenido religioso que tienen una dimensión más importante que la participación en Semana Santa". En este sentido indicó que más que preguntarse por el futuro de estas hermandades, lo acertado sería interrogarse sobre "cómo queremos que sea". En este sentido, la respuesta es sencilla: "que sean fieles a sus orígenes, porque las cofradías nacieron para vivir su fe y practicar la caridad". Indicó que tienen tres columnas fundamentales: la fe, la familia el pueblo. En este sentido señaló que la Semana Santa de Melilla o la de Sevilla, "son todas diferentes pero iguales en la base, porque es un mismo texto" en el que se basa.
Inmigración
En su encuentro previo con los periodistas, monseñor dejó de manifiesto que la Iglesia no es ajena los problemas del mundo, y en el caso de la inmigración, indicó que debe enfrentarse ante este drama de la forma en la que lo está haciendo: ayudando. "La Iglesia antes de denunciar, primero ayuda", como lo demuestra "la cantidad de centros que hay en distintas diócesis de atención a inmigrantes". "Primero ayuda y antes de gritar o poner pancartas, hay que poner las manos en las heridas de las personas que sufren e intentar sacarlos del atolladero". Reconoció que en Melilla, por su condición de ciudad fronteriza, vive esta situación en primera persona, pero se mostró convencido de que "el tema de la inmigración no se resuelve en las fronteras, elevando las vallas, sino en el país donde cada uno vive, compartiendo aquello que se tiene", afirmó.
