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El torreón del vigía

Mirando al 12 – O

El valor de una nación no sólo se mide por su historia sino fundamentalmente por las personas que la componen y que día a día la fueron haciendo posible. Estamos viviendo momentos convulsos, donde el enfrentamiento, la intolerancia, la falta de respeto, el golpismo o la ruptura se imponen a la suma y a la grandeza de seguir construyendo. Estos que así actúan creen que eso es libertad y no se paran a pensar que su error les lleva al abismo. Quienes les jalean no les hacen un favor sino simplemente expresan que siempre fueron enemigos y que ahora en el rio revuelto les pegan un pequeño empujón para eliminarlos. Los colores de nuestras enseñas nacionales, como ahora podemos recordar por la exposición del Casino Militar, son el rojo, el gualda, el blanco y el morado. Todos sin exclusión para que nadie hurte una parte de nuestra historia. Quienes intentan borrar un pasado no han caído en la cuenta que además de imposible se hacen pequeños por su propia inmadurez. España es rica por su diversidad pero debemos ser conscientes que hemos inventado mucha leyenda oscura y eso sólo nos aísla. Poseemos mucho legado pero no la industria de Hollywood, si así fuese la “Lista de Schindler” se hubiese dedicado a aquel embajador español, Angel Sanz Briz, que salvó a miles de hebreos de una muerte segura. En cambio nuestra domestica industria mira por un ojo cuando debería hacerlo con los dos sin escorarse. ¡Cuántos países sentirían orgullo! por tener entre sus ciudadanos a Julio Iglesias o a la que ayer nos dijo adiós, Montserrat Caballé, por quedarse sin aliento ante una bolea de Rafa Nadal o ante la figura de Manolete, mientras soñamos con las letras de Alejandro Sanz. Aprender de aquel loco caballero de la Mancha que no lo fue tanto o del perdón que hasta Don Juan fue capaz de alcanzar. Cegarnos ante la playa de Sorolla o portar la elegancia de Balenciaga o la espontaneidad de Ágata Ruiz de la Prada. En cambio valoramos mas lo externo sin fijarnos en el patio de nuestra casa. Es cierto que la Bandera que antes se exhibía solo en partidos internacionales de fútbol, ahora cuelga de balcones o como en el caso del Parlamento de Cataluña son portadas por Inés Arrimadas en la tribuna o son colocadas en los escaños “populares” mientras alguna la quita, olvidando que representa los valores de la Constitución y que su origen es de ese territorio. Que el 12-O no se quede en un mero día de fiesta sino que también pensemos en el legado recibido y en que la estabilidad nos hará más fuerte en un mundo competitivo dentro del entorno occidental.

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