El próximo 17 de febrero la Viceconsejería del Mayor homenajeará, en el lunch organizado con motivo del Día de los Enamorados, a la pareja formada por Miguel Núñez y Aurora Luna, un experto calafate y una ama de casa que en sus 63 años de matrimonio han sabido, a través del respeto mutuo y la complicidad, soportar las dificultades y reveses del destino. Hoy, disfrutan de su merecida jubilación rodeados y orgullosos de sus dos hijos, sus cinco nietos y dos biznietos. Miguel Núñez presume orgulloso de sus 90 años recién cumplidos y de su esposa, Aurora Luna, de 85 años, con la que ha compartido más que una vida. Explica Miguel que conocía a la que sería su mujer «de toda la vida», porque habían nacido y se había criado entre la calle Teniente Morán y Montemar, junto a la playa, pero no se hicieron novios hasta que él finalizó el servicio militar.
63 años de vida en común
«Estuvimos cuatro años y cinco meses de novios y entonces nos casamos en la Iglesia de San Agustín», en el barrio del Real. Recuerda que no tuvieron viaje de luna de miel y que dedicaron el dinero a la compra de una máquina de coser. Pero en las bodas de oro, en los que renovaron sus votos en la misma parroquia, sí pudieron realizar una escapada a la península. Tras estos 63 años de matrimonio, Miguel y Aurora se declaran felices de la familia formada, tanto de sus hijos Pepi y Juan, como de sus cinco nietos y sus dos biznietos. «Tengo un nieto que a los 36 años ya era comandante de la Guardia Civil», presumen orgullosos.
Reconocen que les tocó vivir una época difícil, de muchas estrecheces, momentos buenos y malos a lo largo de toda una vida en común, pero «hemos podido sobrellevarlo todo», afirma categórico Miguel Núñez, que dedica palabras de cariño hacia la que ha sido su compañera en esta historia, su Aurora. Este longevo matrimonio melillense dice sentirse muy feliz por el hecho de que serán homenajeados en la merienda cena que ha organizado la Viceconsejería del Mayor con motivo del Día de los Enamorados.
Calafate
Recuerda Miguel Núñez que toda su vida se ha dedicado profesionalmente a la construcción, diseño y reparación de barcos de pesca. «Empecé con catorce años bajo las órdenes de mi padre, que era un maestro calafate. Después junto a mi hermano Manolo, los Hermanos Núñez, nos dedicamos toda la vida a esta profesión», cuenta. De su taller salían embarcaciones «de seis metros, de diez, del tamaño que hiciera falta y los encargos nos venían de Melilla, pero también de la Península y de Marruecos».
El momento que más le emocionaba era cuando tenía que levantar un plano, cuando había que diseñar una nueva embarcación. «Era un oficio muy bonito y es una pena que se pierda en Melilla», se lamenta. De aquella época guarda grandes recuerdos y momentos difíciles, como cuando los temporales de levante azotaban Melilla y el agua de la playa inundaba todo el industrial y el hipódromo, encharcando el interior del taller. Ni aún así los dos hermanos cejaban en su empeño y el encargo siempre salía adelante.
