El 2 de noviembre, día en el que recordamos de manera especial a nuestros difuntos, la Ciudad Autónoma de Melilla hizo lo propio con algunas personalidades que merecen un reconocimiento por su trayectoria, por su labor, o por algún hecho extraordinario. Aunque sea a nivel particular, realmente se hace extenso a otros muchos que también destacaron. Sabiendo las historias que tiene nuestro cementerio no es posible en una mañana homenajear a todos.
En esta ocasión y antes de comenzar el habitual recorrido hubo un momento muy emotivo que me habría gustado vivir en primera persona y acompañar a la familia de mi querido amigo. El gobierno actual ha tenido a bien dejar constancia y reconocer el trabajo y dedicación durante más de cuatro décadas del que hasta marzo de este año fuera administrador del cementerio: Mariano Carralero Tovar.
Junto a la parcela 2 se ha colocado una placa que dice así:
“En recuerdo de Don Mariano Carralero Tovar
La Ciudad Autónoma de Melilla en agradecimiento a su labor y en recuerdo de D. Mariano Carralero Tovar, Administrador de este Cementerio, que falleció el 21 de marzo de 2023, al que dedicó más de 44 años como trabajador ejemplar, con dedicación, compromiso y profesionalidad.”
Como amiga de Mariano, porque así me considero, agradezco enormemente este gesto. Las palabras que figuran en la placa reflejan fielmente quien era. Su celo profesional es indiscutible.
Yo le conocí hace muchos años, y poco a poco fue creciendo entre los dos una gran amistad. Hombre sencillo, amable y generoso. Siempre dispuesto a ayudar a todo el mundo. En esas horas que yo dedicaba a la investigación en el cementerio pude comprobar como era. Resolviendo cuestiones tanto in situ como a través de las llamadas telefónicas que recibía. ¡Así era Mariano! ¡Buena persona con todos!
Su partida fue un duro mazazo para quienes le conocíamos y le queremos. Nos ha dejado un gran vacío, sobre todo a su familia.
La vida sigue y espero que por muchos años, pero a Mariano no le podré olvidar nunca. He recibido tanto y tan bueno que su huella es imborrable. Aún, a pesar de los meses transcurridos desde su partida, cuando voy al cementerio, inocentemente, espero verle sentado en la oficina, o en el banco, su banco.
Gracias querido Amigo por tu cariño y amabilidad. Por tu comprensión y ayuda desinteresada. Por tanto ánimo como he recibido en la elaboración de este proyecto que emprendí, como bien sabes, hace muchos años. Tu apoyo ha sido fundamental. Algún día verá la luz y se que tu estarás ahí porque vives en mi corazón.
¡Hasta siempre Mariano!
