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Melilla llora a José Manuel Calzado

La noticia de su fallecimiento primero, seguida de las innumerables muestras de condolencias que llegaron después, corrieron ayer como la pólvora en Melilla. Se nos ha ido José Manuel Calzado, eterno profesor, político histórico de esta ciudad y, sobre todo, una buena persona. Melilla llora su pérdida y no es para menos.
Siempre fue discreto en todas las responsabilidades que desempeñó a lo largo de su vida, la última como presidente durante casi siete años del Club Marítimo, uno de los grandes motores sociales y deportivos de Melilla. A José Manuel Calzado no se le recuerda una voz más alta que otra, algo a lo que, por desgracia, estamos tan acostumbrados en el plano político. Desde el inicio de su carrera al frente del extinto Centro Democrático y Social (CDS), y después como uno de los miembros destacados del PP, siempre ha sido conciliador y dialogante, además de un gestor por encima de todo.
Su papel en la política fue la de ser siempre útil a su ciudad, Melilla, y a su ámbito laboral, la Educación. Un servidor público muy comprometido cuya labor como director provincial entre 2012 y 2018 dio grandes frutos que perdurarán durante décadas en nuestra ciudad. En esos seis años, muy duros por los recortes tras una profunda crisis, arrancaron tres centros educativos de diferentes etapas: el Mercado Central, que acoge la Escuela de Idiomas, el Conservatorio y la Escuela de Adultos; el instituto de Secundaria del Jardín Valenciano, hoy llamado Virgen de la Victoria; y el colegio de Primaria en el antiguo cuartel Gabriel de Morales.
Tres centros educativos, en realidad seis por el carácter multidisciplinar del antiguo Mercado Central, que dieron no pocos quebraderos de cabeza a Calzado como director provincial en esos primeros pasos administrativos y durante las obras, aunque no le tocara culminarlos. Su sucesor en el cargo, el socialista Juan Ángel Berbel, ha reconocido en alguna ocasión de manera pública “el trabajo intenso” de Calzado mientras ejerció la responsabilidad de representar en Melilla a un Ministerio como es el de Educación, ausente y a menudo desconocedor, aparentemente, de la realidad de esta ciudad debido a esa distancia que nos separa de Madrid. Calzado quiso cambiar eso y trabajó duro para conseguirlo, lejos de acomodarse en el sillón.
Terminada su labor política, volvió a las aulas, que era su deseo y necesidad. Y en ellas, en su querido instituto, el Miguel Fernández, del que también había llevado las riendas como jefe de estudios y director, nos dejó ayer.
El impacto y la tristeza que han provocado su muerte en tantos melillenses nos da una idea de la talla de este buen hombre, como la mayoría coincidía ayer en sus mensajes de pésame en las redes, entre ellos muchos de los que fueron sus alumnos, que también pusieron el acento en lo buen profesor que fue.
José Manuel Calzado, siempre impecable, accesible y cercano en el trato hacia los periodistas, y en general hacia todo el mundo, nos dejó ayer un poco huérfanos. Su ejemplo y su memoria entre todos nosotros debe perdurar. Que en paz descanse.

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