Melilla ha estado con los Reyes de España, como demostraron de manera tan palpable hace ya casi 7 años, y seguirá estándolo con quienes ahora les suceden, Felipe VI y su consorte Doña Letizia, que encarnan una “Monarquía renovada para un nuevo tiempo” El sentimiento de españolidad se vive en Melilla de manera muy íntima y particular. Quizá sea por nuestro carácter cuasi insular, la distancia que nos separa del resto del país o el cuestionamiento al que tradicionalmente ha estado sometida la soberanía de esta ciudad por nuestros vecinos y otras minorías que desconocen nuestra historia. Sea cual sea la razón, la realidad es que en esta ciudad se siente a España de una manera especial y profunda, independientemente de las ideas políticas o las creencias religiosas que pueda tener cada uno de sus habitantes. Los melillenses hemos demostrado muchas veces ese sentimiento, pero si hubo un día en el que aquí lo dejamos claro a todo el mundo, ese fue sin lugar a dudas el 6 de noviembre de 2007, con la visita de los Reyes que se nos había negado durante décadas. La presencia de Don Juan Carlos y Doña Sofía ensalzó la españolidad que impregna esta ciudad por sus cuatro costados desde hace más de cinco siglos y nos igualó por fin al resto de nuestros compatriotas. La prensa nacional se quedó asombrada por el caluroso recibimiento masivo que media ciudad dio a los Reyes, justo en un momento en el que en otros lugares, por reivindicaciones nacionalistas, se les silbaba. Melilla aquel día dio una lección de unidad en torno a unos símbolos y sentimientos que pocas veces se había dado de manera tan evidente en otros lugares de España, y que empezaron a verse, curiosamente, al año siguiente con las victorias futbolísticas de la Selección en las dos Eurocopas y el Mundial que vinieron después.
Melilla ha estado con los Reyes de España, como demostraron de manera tan palpable hace ya casi 7 años, y seguirá estándolo con quienes ahora les suceden, Felipe VI y su consorte Doña Letizia, que encarnan una “Monarquía renovada para un nuevo tiempo”. El nuevo Jefe del Estado ha prometido esfuerzo en una misión nada fácil como es la de liderar un país en el que la crisis, los nacionalismos y la falta de transparencia en muchas de sus instituciones ha dejado bajo mínimos la confianza de quienes lo pueblan. La labor intachable del Rey como Príncipe de Asturias es un acicate para que los españoles empiecen a recuperar esa esperanza ciertamente perdida en la necesaria regeneración institucional y política que podría llegar con este relevo bien recibido por la sociedad española. En ella se incluye la melillense de manera ininterrumpida desde 1497, que debe ser tenida en cuenta por Felipe VI a la hora de recorrer el país como lo hicieron sus padres. Aquí ya le estamos esperando.
