Miles de melillenses llenaron las calles de la ciudad desde la salida de los sagrados titulares de la Plaza de Toros hasta la Avenida Juan Carlos I atraídos por la solemne belleza de ambas esculturas
Nuestro Padre Jesús ‘Nazareno’ en su Dulce Nombre volvió ayer a partir por las calles de Melilla con la cruz a cuestas tres años después del parón provocado por la pandemia del covid-19. No lo hizo solo, puesto que en el trayecto le siguió una multitud de melillenses que le acompañaron en su triste calvario.
Pocos metros detrás, la Virgen de los Dolores y Lágrimas seguí a su hijo bajo palio y al ritmo de los pasos de los costaleros que la hicieron levitar durante todo el itinerario. Unos costaleros que, hipnotizados cada vez que escuchaban la marcha ‘Costalero’, de Martín Salas, interpretada por la Banda, Orquesta y Coro ‘Ciudad de Melilla’, se arrancaban a entonar ‘su himno’ particular mientras, envalentonados por la voz del capataz, llevaron en volandas a nuestra señora de los Dolores y Lágrimas durante gran parte del itinerario.
Uno de los momentos más especiales tuvo lugar poco antes de llegar a la tribuna, cuando el solo de trompeta de la banda de música hechizó el ambiente con la marcha ‘A ti Manué’, de Juan José Puntas Fernández, iluminando el resto del paso hasta la tribuna de la Virgen de las Lágrimas.
Y es que la Banda, Orquesta, y Coro ‘Ciudad de Melilla’ actuó en todo momento como la banda sonora del paso de esta sagrada titular desde el momento en que salió de la Plaza de Toros, cuando le dedicaron ‘Callejuela de la O’, de Paco Lola. También interpretaron ‘Caridad del Guadalquivir’, del mismo intérprete, entre otras muchas marchas procesionales.
Aparte de la banda de música, la Agrupación Musical ‘Jesús Nazareno en su Dulce Nombre’ estuvo también presente en la procesión siguiendo al Nazareno, así como también se encontraba una pequeña representación de los legionarios.
