Unos metros antes de tomar tierra por la pista 213 del Aeropuerto de Melilla uno tiene la sensación de que la panza de turbo ATR-500 ya con el tren fuera rozara (y no es una licencia poética) las palmeras que jalonan los “greens” del campo de golf de Melilla; a escasos metros y a nuestra derecha la valla sigue casi el mismo rumbo. Ante la publicación de esta foto días atrás acompañada de ciertos comentarios de tufillo demagógico, el Vicepresidente de la Ciudad Autónoma se preguntaba, y con razón creo, que porqué Melilla no podía tener un campo de golf como cualquier otra ciudad española. (La ubicación es obligada; que la bala del cañón “Caminante” disparado desde el Fuerte Victoria que delimitaría su territorio mediado el siglo XIX no dio para más: 2900m.)
Otra cosa es el desastre de los países (y gobiernos) de procedencia, las mafias de origen conocido, la desastrosa política europea, y los sueños de esa pobre gente.
MELILLA 2. SUEÑOS
(Soneto)
El tren de aterrizaje casi toca
los hoyos del cuidado y fresco verde,
y a tan cortos los metros de allí, muerde,
al acecho el acero; y uno invoca
remedios, soluciones a esa loca
del mundo ser la forma que nos pierde:
¿Cómo esto posible y no remuerde
conciencias y actitudes?… Por la boca,
en hueros e insensibles los discursos,
se empantanan, ¡malhaya sea su hora!
y disipan promesas y energías.
Y mientras se escatiman los recursos
- es Melilla testigo y sufridora-
ellos sueñan sus sueños y utopías.
