MARRUECOS, UNA PESADILLA

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Carta del Editor. MH, 8/6/2025

Enrique Bohórquez López-Dóriga

 

Marruecos, ese vecino enemigo

El reino de Marruecos es ese vecino que quiere hacernos desaparecer (me refiero a la Melilla española). Lo mismo que quiso hacer con la monarquía alauita un tal El Glauí, El león del Atlas, como le gustaba ser nombrado a aquel dictador sanguinario, que reinó como Pachá en Marrakech durante más de 40 años (1912-1955) y fue el principal protagonista de Marruecos durante el protectorado francés. Conspiró para deponer al sultán Mohamed V y falleció dos meses después del regreso de este del exilio, en 1955.

La actual dinastía, alauí, debería estar agradecida a España y Francia, que lo libraron de adversarios como El Glauí, antes citado, o como Ab del-Krim, el emir del RifEl Marruecos de hoy, para Melilla, es una pesadilla

La monarquía marroquí -dicen los que no conocen el espíritu capitalista, radicalmente contrario al estatismo- heredó de El Glauí, con Hassan II y Mohamed VI, el espíritu capitalista-estadista, el afán de quedarse, utilizando la fuerza, con el dinero del país que sojuzgan. Hoy está prohibido mencionar al tal Glauí en Marruecos, en el que los nuevos dueños políticos del país ejercen un control abrumador de la economía, como dice Antonio Elorza, en la revista “La aventura de la Historia”, en el número de enero de 2025.

Casi tan prohibido como citar a El Glauí en Marruecos es criticar a Mohamed VI o comentar que antes de 1957 el monarca marroquí era conocido como sultán. La actual dinastía, alauí, debería estar agradecida a España y Francia, que lo libraron de adversarios como El Glauí, antes citado, o como Ab del-Krim, el emir del Rif, al que mencioné en mi Carta del pasado miércoles.

Del actual reino de Marruecos y del presente gobierno comunista de España, poco puede esperar Melilla; nada, para ser más preciso y para intentar ser -como pedía G.K. Chesterton- un lector intensivo, el que presta atención a las palabras que tienen sentido, para extraer su sentido real, el valor de las palabras. El Marruecos de hoy, para Melilla, es una pesadilla.

Estatismo y libertad empresarial no son conceptos compatibles. Ni en Estados Unidos, así que figúrese lo que pasa en Melilla

El progreso

El progreso de Melilla, con Marruecos, no existe ahora, pero el progreso existe y es posible.

También existen 10 razones -descompuestas en múltiples apartados- para mirar al futuro con optimismo. Así tituló el economista sueco Johan Norberg su famoso libro, “Progreso”, que concluye que “estamos mejor que nunca” y que “debemos recordar el increíble avance logrado gracias a un desarrollo progresivo y espontáneo, porque millones de personas tienen hoy más libertad que nunca” y porque “aunque la riqueza y la vida humana pueden ser destruidas, el conocimiento rara vez desaparece” y el progreso humano “es el resultado del trabajo de científicos, innovadores, empresarios…de gente trabajadora e individuos valientes que han luchado por su libertad para hacer las cosas de otra forma”.

Quizás Elon Musk pensó que podía, desde el Gobierno, acelerar el progreso de Estados Unidos, volver a lo que hicieron sus Padres Fundadores. Pero ya ha comprendido que la burocracia es un monstruo que se alimenta sin tasa, así que Musk ha dado marcha atrás y ha declarado: «Mi tiempo previsto como empleado gubernamental especial llega a su fin y quiero dar las gracias al presidente Trump», escribió públicamente el gran aliado del presidente de EE.UU. y su gran valedor en el regreso a la Casa Blanca. Eso sí, en los últimos meses su relación se había distanciado a causa de decisiones con las que el magnate no estaba de acuerdo, como era de esperar. “La motosierra vuelve al garaje”, concluyó el diario ABC, el viernes pasado.

Lo del Gabinete en la sombra (Shadow Gabinet) ha durado muy poco. Era previsible: estatismo y libertad empresarial no son conceptos compatibles. Ni en Estados Unidos, así que figúrese lo que pasa en Melilla. Y preferiría equivocarme, pero creo que la situación de Melilla se parece mucho a la del Infierno de Dante: un lugar en el que hay que abandonar cualquier esperanza de salir vivo (en el sentido económico-social, por supuesto). Ya recomendaba el filósofo Bertrand Russell rebelarse contra el idealismo vigente y desarrollar el logicismo y el conocimiento empírico y razonar que “eso no puede pasar aquí”, como escribió Sinclair Lewis pensando en Estados Unidos y Trump, sí pasa, a menudo.

 

 

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