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Manuel Ortega Caballero dedica su sentido pregón de la Semana Santa de 2022 a las víctimas de la pandemia

La Semana Santa de Melilla de este año continuó ayer su cuenta atrás con la proclamación de un pregón que se ha hecho esperar dos años debido a la pandemia. El profesor y escritor melillense Manuel Ortega Caballero, fue el encargado de leerlo en la Iglesia del Sagrado Corazón, que se llenó para escucharlo cuando a falta de ocho días para que llegue el anhelado Domingo de Ramos.

Manuel Ortega reconoció que han sido “dos años de triste espera y profunda reflexión a Melilla” cuando empezó a pronunciar un pregón muy sentido, con muchas referencias a su familia, pero con un recuerdo, el primero de todos, a las víctimas que ha dejado la pandemia del coronavirus.
“Vaya por ellos cada sílaba de mi voz, y cada recuerdo imborrable que el nefasto 2020 dejó”, arrancó a leer el pregonero de la Semana Santa de este año, que echó la vista atrás dos años para recordar que “fueron tiempos de soledad no elegida, de abrazos no permitidos y de besos no regalados. Fueron momentos que no solo recordamos, sino que aún hoy, por desgracia vivimos y padecemos”.
No obstante, quiso extraer una reflexión positiva, y es que se considera “un privilegiado” por “estar vivo y poder contarlo”. No obstante, trajo al recuerdo de todos los asistentes al pregón aquellas imágenes de “calles desiertas, los ojos vidriosos y absortos de lo incomprensible de esos momentos” y “colas kilométricas para abastecernos de alimentos”, además de “no poder compartir ni los malos momentos si quiera”.
“Es ya el tiempo de actuar, tuvimos tiempo para pensar, para aprender a comprender, ahora toca volver a crear de una forma más bondadosa nuestro presente y nuestro futuro. Es tiempo de confirmar cada paso de paz y bien, sobre abrazos y besos, que de nuevo se encuentran, que de nuevo se acarician y lloran de alegría”, animó Manuel Ortega Caballero.
“Pero sobre todo es tiempo de recordar a todos, recordar que es vivir dos veces y, sobre todo, tener presente a los que ya no están”, instó para pedir un fuerte aplauso “para los que ya no están”. “Este pregón va por ellos”, dijo para dedicar el pregón a las víctimas de la pandemia.

Familia
El eje central del pregón de la Semana Santa de este año fue la familia de Manuel Ortega, además de un extenso repaso por cada uno de los pasos procesionales que salen a las calles de Melilla y sus recuerdos de cómo empezó a vivir la Semana de Pasión desde dentro hace 33 años, “la edad del Señor”. Y lo hizo como porteador del Nazareno, de la Cofradía del Pueblo, de la que es miembro.
El pregón, que se extendió durante más de una hora, estuvo intercalado de preciosas marchas interpretadas por la Banda de Música ‘Ciudad de Melilla’, dirigida por Ángel Lasheras. Música que añadió emoción al texto redactado por Manuel Ortega Caballero con la pluma que le regaló su padre, Eduardo, a quien mencionó en varias ocasiones, como también hizo con su madre, Juani, ya fallecida.
De hecho, el pregón estuvo lleno de recuerdos y menciones a sus seres queridos. También en la escenografía, ya que algunos objetos familiares acompañaron a Manuel Ortega muy cerca del atril: la silla de costura de su madre, la gorra y el bastón de sus abuelos, y la escuadra y cartabón de su padre.
Y Melilla, la ciudad con “la Semana Santa más bella del mundo”, también estuvo muy presente a lo largo del pregón. “Qué bonito sería confluir en una procesión Magna. Todos, un único día, y llenar el Parque Hernández, con todos los pasos cristianos. Yo lo haría cualquier día, a ser posible de mayo, que está toda mi gente y sobre todos mis hermanos cristianos. Y más allá iría: la pondría siempre el primer domingo, que es el día de las madres… … ¿Hay algún día más bello al año?”, dijo en una de las frases del pregón más aplaudidas de la noche.

Su presentación

“Mi nombre es Manuel, Manuel Ortega Caballero,
nací en una humilde familia con mucho amor, con mucho amor, amor sincero,
fui el primero de los hermanos, el primogénito nieto cristiano para mis abuelos,
Manuel y Pilar Moreno, por parte de padre y Alfonso y Antonia, mis abuelos maternos.

Bautismo, comunión y confirmación, fueron mis comienzos,
lasaliano de hechuras y patrones,
mi infancia y adolescencia la abracé en La Salle.

El amor por la docencia, ya hacían en mí estrago, contagiados por Hermanos y Seglares, compañeros de amor y paciencia,
del canto y oraciones,
de partidos de congregantes, del Carillo del Hno. Heladio,
de señor danos paciencia para guiar a estos muchachos, los mejores años de amistad,
de amistad, compromiso y vivencias.

Con nombres propios se subrayaron la devoción por la fe y lo divino,
la pasión por el bien, por el deporte y por cada rincón amigo,
nombres propios como el de mi Hno. Crescencio, ejemplo de bondad, de docente y buen samaritano, el Hno. José, gran amigo de sus amigos,
no éramos sus alumnos ya éramos sus hermanos o el incombustible Ángel Castro,
espejo en el que nos mirábamos.

El carácter de centro aún hoy lo llevamos impregnado, valgan estas humildes letras para dejar patente lo evidente, el amor de unos hermanos maestros hacia Melilla y sus gentes.
El amor hacia unos “enanos” que aún hoy llevamos a gala ser lasalianos”.

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Redacción

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