Según la Declaración de Toronto para la Prevención Global del Maltrato a la Gente Mayor (2000), el maltrato hacia las personas mayores se define como “la acción única o repetida o la carencia de una respuesta que cause daños o angustia a una persona mayor y que tenga lugar dentro de cualquier relación donde existan una expectativa de confianza”.
La declaración de Almería sobre el Anciano Maltratado (1995) dice que “maltrato es todo acto u omisión sufrido por una persona mayor, que vulnere la integridad física, psíquica, sexual o económica. El principio de autonomía o un derecho fundamental del individuo que percibe o que se constata objetivamente con independencia de la intencionalidad y del medio donde tiene lugar. Familia, comunidad o instituciones”.
Comprenden estas acciones violentas, como por ejemplo agresiones físicas, sexuales o psicológicas, hasta conductas pasivas o de omisión de la atención, como la negligencia las cuales también repercuten negativamente sobre el bienestar de la persona. Así mismo las personas mayores son especialmente vulnerables a los abusos económicos, el uso inadecuado de sus fondos y recursos por parte de algunos miembros de la familia u otras personas cuidadoras.
Las diferentes formas presentadas pueden generar algunas controversias por su carácter no excluyente de las categorías establecidas. Hay que tener en cuenta que en algunas situaciones puede haber una sobrexposición de conceptos. Uno de los factores que pueden generar más riesgo de sufrir alguna situación de maltrato en la persona mayor es la demencia.
Las personas cuidadoras de personas mayores con demencia pueden maltratar con más frecuencia que otras cuidadoras de personas con otros tipos de enfermedades. Esto se explica por las conductas agresivas que pueden presentarse en este colectivo y el estrés que produce en el cuidador/a por lo cual las personas con la enfermedad de Alzheimer tienen un mayor grado de vulnerabilidad y son más propensas a sufrir maltrato por parte de las personas cuidadoras.