Miré por mirador del ventanal al Gurugú y me encontré como, algo así, extrañado por excesivo silencio de la naturaleza; pensé si me pasara algo como cuando me fui a hacer puñetas, pero no, no era así que solo era la extrañeza. Lo curioso es que también coincidió sin ruidos de los impertinentes motoristas y…
…. otros que por reparar un coche lo dejan encendido con el capó abierto, lo que a su vez unido a los acelerones son alteraciones mayores en el vecindario, y cerrar tus miradores de alegres ventanales, pues como que no. Claro que esto es como que los niños del vecindario estén hasta las 12,20 horas dando morcilla en la santa calle de todos, sin reparar en qué condiciones se encuentren los demás.
Pero a lo que iba de la naturaleza que, aunque he perdido la cuenta en del tiempo que hace,en pocos años he dejado de escuchar aquellos maravillosos píos, no impíos, de los pájaros; entre ellos se daban nuestros clásicos gorriones, jilgueros, golondrinas, aviones o vencejos que alegremente se cruzaban en sus rápidos o lentos vuelos por delante de “nuestros alegres ventanales”. Y aquel búho blanquecino que desde la Plaza de Torosnos acariciaba con su buulos oídos, suavemente, sin alterar nuestros tímpanos. Los echo de menos, su falta me da a entender que el tiempo como un fantasma, invisible el, pasa sin darte cuenta de su peso, inexorable paso hacia la muerte de unos y la vivencia de otros, lo peor es que en mi naturaleza esa, la de mis alegres ventanales, tampoco ha habido más vivencias ¿por qué?…¿Qué es lo que está pasando?
Las gaviotas siempre han convivido y no han sido estas las que hayan destrozado aquellos nidos de vencejos y golondrinas porque es imposible que aquellas aleteen como estas, ahora bien, puede que otras especies no autóctonas como esas cotorras o loros verdes del parque Hernández es posible que tengan algo que ver en el tiempo. Tampoco creo que el palomar del Parque Hernández sea capaz de tal desahucio; por otro lado es la causa de que en cualquier barrio de Melilla pasa lo mismo. Serian muchos los huevos de las puestas que se pudieran comer y no creo yo sea este caso tan destructivo como para cargarse toda la fauna alada de Melilla y aledaños. Por eso, cuando veo a algún gorrión campeando medio escondido, ojo avizor de humano impertinente o félido que siempre ha habido(últimamente se los están cargando a todos), me dan ganas de preguntarles por cuál es el misterio de ésta desertización alada que hemos sufrido. Porque no se me ocurre pensar que todos se hayan ido a Ketama a inflarse de cañamones. Aunque todo pudiera ocurrir a la vista del mundo de hoy. O quizá por aquello de “llámame gorrión y échame Más alpiste”, se han ido con los layetanos separatistas a hacer de la Diada un jolgorio de pitorreo barcelonés;el problema que van a tener es que, después de la fiesta, y con el buche satisfecho ¿cómo van ellos a regresar de miras de tantos vuelos? A lo mejor aterrizan en el Rosellón… francés-
De cualquier manera, no obstante y entre el follaje de la arboleda baja del Hernández y calle de Tte. Coronel Seguí o de la Constitución hemos sorprendido ¡nos ha sorprendido!, pájaro oculto y de culta “voz” que, gorjeaba y por lo tanto alegre el, en el que no pudimos nada más que distinguir su claro pico. Pensé, éste se ha despistado de la bandada o está observando cómo le guarrean el coche. Mientras tanto, el gorrilla empeñado donde tenía que aparcarla despistada de turno, cuando el Excmo. Ayuntamiento de la Ciudad la había puesto a su disposición un sinfín de parqués en tal Parking o garaje gratuito, cuestión esta última que parece ser nadie tiene en cuenta, por la puñetera costumbre del melillense de ir con el coche hasta la misma puerta de su preferencia ¿o no?… Lo mejor queridos lectores es que nos digan los técnicos el ¿por qué? Y digo técnicos, para que no los confundan con algún otro pájaro que sea de rapiña.
