Entrevista a Judit González Martín, mamá, maestra y pedagoga
MELILLA HOY entrevista a Judit González Martín, una mamá, maestra y pedagoga que ha publicado recientemente un libro en el que ofrece 100 propuestas sensoriales para estimular a los bebés.
– ¿A qué se refiere cuando en el libro habla de “estimular a tu bebé?
– Más que estimularlo es acompañarlo en su desarrollo, porque no todos los bebés, en la misma edad tienen el mismo desarrollo. Por lo que, más que estimularlo, que también, es más bien acompañarlo en su desarrollo individual, sin pautarlo, sino más bien acompañarlo en su desarrollo hasta los 2 años. Cumpliendo con sus necesidades.
– ¿Consideras muy importante esa función, la de acompañar al bebé?
– Además de madre de dos niños, que actualmente tienen dos y cuatro años, también soy maestra de Educación Primaria y de Pedagogía Terapéutica.
Estos dos últimos años he sido la pedagoga terapéutica de los colegios, y nosotras, durante el primer mes, siempre acompañamos a nuestras compañeras de Infantil en el periodo de adaptación de los niños de 3 años, cuando entran al cole.
Pasan un par de semanas o tres hasta que hacen el periodo de adaptación. Normalmente los niños suelen ir a la escuela infantil antes, pero otros van a la guardería. Yo he notado que los niños que en su casa sus padres están preocupados por su desarrollo, estimularlo u ofrecerles experiencias están mucho más despiertos, estimulados y más presentes en el día a día que otros padres que solamente están preocupados por ponerles (a sus hijos) una pantalla delante, cuando el niño, desde que nace, empieza a activar todos sus sentidos y es capaz de aprender muchísimas cosas. De hecho, el periodo de 0-2 años es muy importante para la actividad cerebral y sensorial de los niños
– ¿Como si fueran una esponja que lo absorbe todo?- Exacto. Es una esponja desde que nace.
Lo que hacen las propuestas que, valga la redundancia, propongo en el libro, es acompañarlo durante los hitos que tienen los niños durante el desarrollo.
Quiero dejar claro que estos hitos en el desarrollo son orientativos porque cada niño tiene su proceso individual y, si tu lo acompañas, pues ya vas viendo lo que hace, lo que no hace, etc. Salvo cuando haya síntomas de alarma claros, entonces ya ahí te tienes que poner en manos de un profesional, como un pedagogo, pero, si no, no te preocupes porque, a lo mejor, tu hijo no ha girado a los tres meses, sino a los cuatro, pero no es ni mejor ni peor.
A cada niño hay que darle su tiempo y su propio ritmo.
– ¿Crees que , en algunos casos, se les presiona?
– Sí. En casa he puesto en práctica un método del libro de la pedagoga Pikler. A los niños no se les fuerza. Yo por ejemplo nunca le he dado a mis hijos la mano para andar, porque ellos consiguen andar por sí mismos. Nunca los hemos girado, y les hemos dejado boca arriba hasta que ellos han conseguido girarse.
Ellos por sí mismos son capaces de hacerlo. No tenemos que forzarlos para que consigan las cosas del desarrollo, a no ser que haya síntomas de alarma que nos hagan ver que tengan un retraso madurativo o un retraso motor. Pero, sino, no hay que forzar a los niños ni a sentarse, ni a girarlos, ni a andar. Ellos por sí mismos lo pueden hacer solos.
– ¿Se podría decir que lo que te ha motivado a escribir el libro es el amor hacia tus hijos o también por la curiosidad sobre el tema?
– A mi me pasa que, como me guste algo, voy a por ello (risas). Entonces, cuando nace mi primer hijo, que ya en el mes de diciembre cumple cinco años, tenía tres mesesitos y estuvimos en pandemia por el covid-19. Me pregunté: “¿Y yo ahora a este niño cómo le voy a enseñar el mundo y hacerlo lo más sensorial posible para él?”, ya que no podíamos salir.
Entonces, empecé a buscar cosas rutinarias, de casa, que ya teníamos, no hacía falta un gran desembolso de dinero para estimularlo y acompañarlo en su desarrollo durante los meses que estuvimos encerrados. A partir de ahí, empecé a compartir algunas propuestas, pero no guiaba al niño todo el rato, sino que hacía la propuesta para que él reaccionase como quisiera.
Y así fue como empezó esa curiosidad que tenía, ya que, durante el embarazo, ya me había leído 40 libros sobre crianza de los niños, ya puse en prácticas los métodos y lo que yo ya sabía de por sí estudiando pedagogía terapéutica, que me ha hecho verlo desde otro prisma de las necesidades educativas.
Todo eso ha hecho que yo partiese de la base de mi hijo mayor y luego haya seguido con el pequeño, que ya ha dejado de ser bebé tras cumplir dos años, aunque no para mí (risas).
Ha sido más bien la curiosidad de por sí, que tenía y la lectura que ya había hecho leyendo varios libros enfocado en la crianza de mis hijos y las necesidades que yo veía a esos niños que llegaban al cole con tres años y que los veía muy pocos estimulados. Muy ausentes. Que todo era muy novedoso para ellos.Y al final, el fruto ha sido el libro
– ¿Podría decirnos algunas de las propuestas del libro que sean tus favoritas?
– A mi siempre me ha gustado mucho, de hecho en el cole lo pongo mucho en prácticas porque sé que les llama mucho la atención, las botellas sensoriales. Eso a los niños les llama mucho más la atención que una pantalla 100 veces más. Es increíble el poder de las botellas sensoriales en los niños: se evaden, se calman y se pueden quedar mirando las botellas mucho tiempo.
Hay varias botellas en diferentes momentos del desarrollo de los niños, pero las primeras botellas que aparecen en el libro, que creo que son de tres a seis meses si no me equivoco, son muy chulas porque son de contrastes, empiezan a distinguir los colores, etc., porque ellos solo ven blanco y negro hasta los tres meses. Luego empiezan a discernir los colores y empieza un proceso muy bonito y las botellas sensoriales a ellos les llama mucho la atención.
No te puedo decir que sea mi favorita porque hay muchísimas, son 100 e incluso ampliable a más, porque en cada propuesta luego se dan consejos o incluso variantes para poder hacerla de otra manera que se adecúe a otras circunstancias o al momento del desarrollo del niño. Pueden ser 100 como pueden ser 300.