- ¿Tiene Vd., fideos?
- ¿Fideos?… Eso en el supermercado.
- Me habían dicho que aquí había. Que aquí tenían para copiar a la Tele.
- Eso que Vd. busca no son fideos. Es un video.
- Eso. Es que yo quiero copiar lo de Cuéntame porque a mi me gusta mucho, ya que…
Y sigue su historia inocente donde se entremezcla la ilusión y el interés de un niño, junto al afán de demostrar que se sabe de hombre. ¿Se sabe?… ¿Qué se sabe?… Técnicamente montados en la burra, la burra camina igual que antes, pero…
Somos una sociedad que pasará a la historia por su encomiable afán de personalismo. Nuestra personalidad está basada ciertamente en nuestra propia dignidad. Perruna o no, pero nuestra. Nadie puede erradicarnos de un tiempo donde la información, está al orden del día. Y el que no está informado no existe. Este hombre de hoy, no sé si será visto mañana con ojos de ternura o con ojos de desprecio. Creo que más bien con ojos de respeto. Somos niños terribles jugando con un inmenso rompecabezas de energías y actuaciones.
Sabemos lo que sabemos y no importa lo que sea, pero es nuestro. Si alguien pide un fideo, existe otro que le dice: Es un video. No se rectifica; se aclaran situaciones. Todo es un diálogo medio anormal, medio futurista, donde el hombre se entrega de continuo. Rizamos el rizo. Estamos en la cresta de la ola. Tanto más cuanto nos importa el todo, sin saber qué es la nada. ¿Locos?… No. Cuerdos. Infinitamente cuerdos. Restañando el silencio del saber con gestos serios y palabras confusas, pero andando. ¿Hacia dónde? No lo sabe. Ni siquiera lo imagina. Ni lo presiente, ni lo intuye. Quizás lo tenga y lo esté buscando como sabe.
- ¿Tiene Vd. fideos?
- Sí señor. Tengo fideos. Porque si no hubiese sido por lo fideos no estaría hoy el video. Y punto.
