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Columna filosófica

Los diseñadores del mal en la sociedad del espectáculo

A veces, la magia del cine te hace pensar que este mundo nuestro de cada día tiene su paralelo y referente especular (alegórico y metafórico) de la actualidad en el Mundo Jurásico (Jurasic world): Ese ingente parque temático cargado de diversión y de peligros, lugar donde los diseñadores del “Centro de Innovación”, dirigidos por los que se consideran …

…“propietarios” de este jardín, crean un monstruo espectacular, un ser híbrido que no ha existido nunca y que está armado con todos los males imaginables: enormes dientes, gran velocidad de ataque directo y por sorpresa, ninguna piedad al asesinar y despedazar, etc. Es: el Indomitus rex. Convencidos de que el terror, el miedo y el peligro genera ganancias millonarias, no cesarán hasta acostumbrarnos a la presencia de la masacre y la sangre derramada en nuestras vidas. Crear un ser híbrido para acabar con otro y así, quitado de en medio el primero, el problema se convierte en eliminar al recién creado, eso mantendrá entretenido al mundo –generará dólares para las potencias militares y traerá prosperidad a las democracias- y a cambio lo unirá por el miedo ancestral a ser comido o degollado.

Todo comenzó en propiciar la primavera árabe en 2010, pues los gastos humanos y económicos de la guerra de Irak en 2003, que culminó con el juicio y la muerte de Sadam Husein, habían demostrado que no podían ser asumidos de nuevo por Occidente, y puesto que la idea no era liberar un único país de los grandes dictadores o monarcas, de esos monstruos que impedían la entrada de libertades y democracias en sus países. Los diseñadores de esta historia querían abaratar gastos y sabían de este efecto dominó del derrocamiento: no era muy difícil esperar que eso ocurriría, máxime si se arenga con fantasías paradisíacas a las masas y se les inflama con palabras y, sobre todo, con recursos a los más necesitados. Así que Todo el mundo comprendería el buenismo de esta acción sin percatarse de que la idea oculta de que las democracias se venden más fácilmente al capital y la globalización, en la misma medida en que los políticos se corrompen por él.

Eso sí, se mantuvieron, más o menos estables, aquellos gobiernos que históricamente habían permitido la presencia de las grandes potencias occidentales o que cedieron ante sus intereses. Sin embargo aquellos otros personajes antediluvianos que no cedían debieron enfrentarse a un nuevo ser híbrido formado como una colmena: la masa dirigida por internet. La mecha surgió en Túnez y Ben Alí se escapa del País ante una muerte inminente, la caída de los gobiernos de Mubarak en Egipto, y de Saleh en Yemén o la muerte de Muamar el Gadafi, ejecutado en 2011 en las calles de Libia.

El diseño de los movimientos civiles no era suficiente para combatirlos, se necesitó generar un nuevo híbrido al que se le denominó de varias maneras: terroristas yihadistas, esto es, guerrilleros armados hasta los dientes y que bajo una ideología seudoreligiosa son máquinas de matar sin expresar sentimientos, algo así como otra ficción de cine, la del Soldado universal, un muerto en vida.

En Siria las cosas se complican algo más, no son suficientes las masas para derrocar al oftalmólogo Bashar al Asad que ya no satisfacía a Occidente, Asad planta cara pues contaba con el apoyo bélico de Rusia. Así que había que reforzar a un nuevo híbrido: aquellos que se autodenominan Estado Islámico, de mayor hibris que el “Frente al-Nusra de Al Qaeda. Europa se encuentra con la incapacidad de soportar una emigración masiva derivada de esta guerra Civil y, para colmo, los tentáculos del terrorismo actúan en la capital de Francia y amenazan a todo Occidente.

Ergo, la respuesta no se puede hacer esperar más, el espectáculo está ya en plena escenificación. Esta nueva creación monstruosa, el Indómito Isis o Daesh, ha quedado fuera de “la mano de Dios” porque es un injerto político que permitirá la reunión de todos los buenos humanos contra él y vengarse en su destrucción. Eso sí, Occidente espera que todo ocurra según lo planificado por los diseñadores del “Centro de Innovación” y que la cosa no se salga de madre en cuanto a daños colaterales que siempre terminan empañando la imagen de los ejércitos, es decir, se vive con esperanza un victorioso final de película de acción en el que el malo es tan malo que todo el mundo se ve satisfecho cuando entre todos los buenos corderos de Dios lo exterminan sin piedad. No en vano vivimos en la sociedad del espectáculo y en ella lo que siempre se proyecta son imágenes y sombras.

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