Antes que nada voy a presentarme. Algunos de vosotros me conocéis, seguramente no la mayoría. Me llamo Francesc o Francisco Perearnau, tengo 57 años, trabajo como subdirector en el diario Mundo Deportivo y soy adicto al barcelonismo, estoy enganchado al Barça y a su entorno desde que empecé en el periodismo deportivo hace más de 40 años. Pero ¿Por qué me gusta tanto el Barça? Sin duda por algo que nada tiene que ver con su extraordinaria grandeza futbolística o social, con sus éxitos o aventuras ni tampoco con la forma en que cada uno de los 350 millones de culés en todo el mundo lo vive a su manera.
Para mí lo fascinante y más cautivador del Barça es su capacidad única para hacer feliz a la gente, feliz en un grado superlativo, intenso, pleno, maravilloso y diría que incomparable para millones de personas.
Siempre hemos escuchado eso de que «fulanito es tan del Barça que cuando pierde no cena…», bueno eso se decía en una época anterior en la que el Barça perdía…
Por desgracia los barcelonistas más veteranos podemos explicar lo amargas que saben las derrotas y esas largas temporadas sin títulos.
Pero me voy al extremo opuesto, ¿qué pasa cuando el Barça gana? Pues sencillamente que compensa, anula y arrincona cualquier otra cosa.
El que no tenía hambre, cena y el que no tiene ni para comer del mismo modo se siente inmensa y maravillosamente feliz… Y le pasa igual a un culé de Manresa, de Badalona, de A Coruña, de Palencia, de Madrid, de Alcoi, de Mérida, de La Carolina, de Aljaraque, de San Fernando, de Antequera, de Mengíbar, de Motril, de El Ejido, de Ceuta, de Melilla… Pero también de la India, de Nueva York, de Rosario, de Aguascalientes, de Senegal, de Nador, de Swazilandia, de Bagdad, de Sidney, Bangkok o de Dubai
El subidón y la adrenalina Barcelonista provoca idéntica sensación de una euforia especial y muy compleja de describir, ni desatada ni discreta, intensa y poco comparable a nada más; cada victoria del Barça genera una onda expansiva de felicidad y al mismo tiempo una paz interior muy capaz condicionarnos el ánimo de toda la semana.
El Barça, en muchos casos, llega a estar en el centro de tantas cosas diarias que acaba formando parte del paisaje, de nuestro estilo de vida.
No es un fenómeno casual ni inexplicable. Como en las grandes películas, se basa en hechos reales y tiene su origen en el espíritu de rebeldía y de lucha que hay detrás de cada minuto de un partido ganado por el Barça. Cada victoria ha sido siempre, desde 1899, una doble batalla, futbolística por un lado y digamos que extra deportiva por otro.
No hace falta recordar el caso Di Stefano como el más claro ejemplo de la forma en que han actuado contra el Barça las mismas fuerzas que, a lo largo de tantos años, han arbitrado y remado a favor de un mismo equipo. Cuidado, no estamos aquí para lamentarnos ni quejarnos si no para recordar de donde venimos.
Hoy, cuando la superioridad del Barça de Messi resulta tan apabullante y dominadora, el club sufre un calvario judicial por el fichaje de Neymar, los ataques desmelenados de UEFA y FIFA, la obsesiva persecución de los Comités de Competición… Y no hace falta decir que del Comité de Árbitros y de las autoridades deportivas como la LFP y el CSD. La propia Comisión Antiviolencia permite el abuso, el insulto, la vejación y la violencia contra el Barça de una forma vergonzosa.
El gran Xavi Hernández, nuestro Xavi, les decía a los fichajes recién llegados siempre lo mismo: «Prepárate chaval porque ellos salen con diez puntos de ventaja». No es preciso que diga quiénes son ellos, blancos y poderosos.
Como lo sabemos, para los barcelonistas el camino siempre es cuesta arriba, a eso quiero llegar finalmente, a que la vida del barcelonista es dura, de permanente sobresalto y atención al enemigo, pero más aún cuando uno hace la carrera de peñista lejos del Camp Nou.
No es un tópico, ejercer de culé fuera del ámbito catalán, zona protegida dentro de lo que cabe, implica un sufrimiento añadido, incomprensión y un esfuerzo extra que, no obstante, va teniendo su reconocimiento social y también estatutario. Lo dijo anoche el presidente, los peñistas sois prioritarios.
Cuando decía que el camino del peñista hace subida, quería referirme a una nueva adversidad, latente, amenazadora y muy difícil de combatir para los que hoy estáis aquí celebrando la jornada barcelonista de Andalucía, Ceuta y Melilla.
Ese mal terrible es la política, la política en forma de catalanismo y anti catalanismo por igual, el proceso soberanista, la autodeterminación y/ o la independencia de Catalunya, cómo se prefiera calificar a la posibilidad de una ruptura de Catalunya con el Estado español.
Hablemos claro, esta ruptura es una amenaza cierta, ya se utiliza contra el Barça por elevación y contra los peñistas españoles, como vosotros, directamente.
Han encontrado lo que parece un punto débil, relacionando barcelonismo con independentismo o pro catalanismo, una forma relativamente sencilla de poneros en aprietos ahora que en lo deportivo no hay por donde atacar.
Hace unos días, en Málaga, Pau Vilanova os daba armas para defenderos, decía por ejemplo que quienes os buscan las cosquillas por ahí olvidan que han sido los jugadores del Barça, de la Masía, la base de la selección y quienes más han contribuido al otro triplete, el de un Mundial y dos Eurocopas.
Yo os digo más, el FC Barcelona no tiene plan B, o juega la Liga española o no tiene alternativa y es el Barça quien lidera la venta conjunta de los derechos de televisión de la Liga contra el criterio y el voto del Real Madrid, que se opone.
Podéis y debéis resistir sin caer en esa trampa por más que los medios de comunicación filo madridistas jueguen sucio. De hecho no causan demasiadas bajas.
Me gustaría poner un ejemplo de cómo piensa el socio barcelonista, el de allí: En las elecciones a la presidencia de hace ocho meses, un candidato hizo campaña prometiendo poner al Barça al frente del proceso soberanista. Pues bien, Laporta no ganó las elecciones porque incluso los socios catalanes con esa tendencia quieren un Barça al margen.
Los políticos son bienvenidos al palco del Camp Nou siempre y cuando respeten la independencia del Barça, esa por la que tan alto precio han pagado presidentes, como Josep Lluis Núñez y Sandro Rosell.
Los políticos pueden aprender del Barça, donde sí se han pedido responsabilidades a los administradores que han despilfarrado el dinero de los socios y donde se han adoptado medidas para no endeudarse más de la cuenta.
Aquí y allí los barcelonistas quieren lo mismo, un Barça donde caben todos como hasta ahora.
Por último, un pregón es también, por la etimología de la palabra, un ruego, una petición que yo hago desde aquí al club, a la directiva, para que envíe señales claras y mensajes inequívocos desde Barcelona. Y también una petición a vosotros para que no cambiéis nunca.
Hoy el esfuerzo de la Peña Barcelonista de Melilla, de Javier y de Juan Carlos, sin olvidar a Luis, de todos los socios de esta Peña ejemplar, el esfuerzo de la Federación de Andalucía Ceuta y Melilla, de Tomás y de Diego, de todos vosotros merece, por mi parte, un último ruego, el de un fuerte aplauso.
¡Viva la Peña Barcelonista de Melilla¡, ¡Viva los peñistas de Andalucía, Ceuta y Melilla!, ¡Visca el Barça ¡