Si importantes son las nuevas normas, más importantes son las campañas de concienciación porque de qué sirve que la ley diga una cosa si después algunos pueden tirar de costumbres y tradiciones para no respetar el principio de que todos somos iguales Hoy es 8 de marzo, jornada en la que la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) proclamó el 8 de marzo como Día Internacional por los Derechos de la Mujer y la Paz Internacional. Al caer en sábado esta efemérides, que conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pie de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo íntegro como persona, se adelantó en Melilla al viernes, con varios actos. El principal, el que tuvo lugar al mediodía en la puerta del Palacio de la Asamblea con la lectura de la declaración institucional con motivo del "Día Internacional de la Mujer", pero también otras iniciativas, como la entrega de los premios "Lourdes Carballa" a la hermana Mercedes Moraleda y Fatma Mohand, a las que la viceconsejera de la Mujer definió como "dos mujeres ejemplares, sencillas, valientes, comprometidas, únicas y de excepción". Y por la tarde noche, el Club Marítimo acogió la entrega de los Premios Encarna León de 'Relato Corto' con motivo del Día de la Mujer, que recayó en el alicantino Fernando Villamía Ugarte, por su trabajo titulado "El Premio Nóbel del Amor".
Todas las formaciones políticas y varias asociaciones tampoco desaprovecharon la ocasión para dar a conocer sus manifiestos con motivo de la celebración de esta festividad, en la que se ha avanzado mucho en la igualdad entre hombres y mujeres, entre otras acciones por cambios en las leyes. Pero si importantes son las nuevas normas, más importantes son las campañas de concienciación porque de qué sirve que la ley diga una cosa si después algunos pueden tirar de costumbres y tradiciones para no respetar el principio de que todos somos iguales, independientemente de que unos sean hombres y otros mujeres.
A lo largo de la historia los movimientos reivindicativos de las mujeres para conseguir disfrutar de las mismas oportunidades que el colectivo de sexo masculino han sido constantes. Pero ni los profundos cambios sociales que se han producido en determinadas áreas geográficas han logrado erradicar totalmente la desigualdad y, en la actualidad, no se ha alcanzado aún la paridad.
Sin embargo, esta paridad tampoco se puede imponer por ley, como ocurre actualmente, sino por los méritos que cada uno tenga, independientemente de su condición sexual. Y esto no lo dicen sólo hombres, sino también mujeres que ven por ejemplo injusta que se aplique la ley de paridad en la confección de listas electorales.
Esperemos que entre todos logremos que ese principio fundamental de la igualdad sea un hecho no sólo en Melilla sino en todo el mundo, una tarea que en principio se nos antoja imposible en estos momentos pero se trata de una aspiración a la que no deberíamos renunciar nunca.