No solo de política debe vivir este país. Si los políticos viven de ella, es necesario y sobre todo urgente, reconocer públicamente la labor que viene haciendo tantos pequeños empresarios, comerciantes y profesionales de la hostelería, que suelen dar cada día lo mejor de ellos mismos, en mantener y vivificar la españolidad de esta tierra.
En esta ocasión, me refiero a esas bodegas, bares y restaurantes españoles, que nos ayudan a seguir manteniendo nuestra tradición del “chateo”, como una parte importante de nuestra identidad. Los españoles somos gente cordial y conversadora, que frente a una copa de vino y una buena amistad solemos hacer de la vida momentos de simpatía y gracejo. El vino forma parte de nuestra sangre y la amistad es un fiel reflejo de nuestra propia alma. Solemos transfigurarnos ante una barra de un bar y ante ella, en muchas ocasiones, se han solido arreglar más cosas con simpatía y arrojo, que en esos plenos, enraizados, de ayuntamientos, donde solo impera al parecer, el egoísmo y la discordia, de aquellos, que su “verdad” la suelen anteponer a “la verdad” contraria, con palabras altisonantes y malos modos. Debido a eso, creo profundamente, que hay más ángeles presentes entre los “barrilitos” de cualquier bar, que entre los escaños “disputados “de cualquier congreso. Aunque hay que tener en cuenta lo que paso el otro día en una bar. Resulta que un contribuyente joven, pidió una cerveza, y cuando dio el primer sorbo, no podía despegarse el vaso de la boca. Hicieron todo lo posible por quitárselo, pero no había forma. Lo llevaron a un ambulatorio y allí consiguieron hacerlo. Cuando todo volvió a la normalidad, se descubrió que en el vaso, se encontraban las huellas de los labios de una solterona vieja, que había estado unos momentos antes. Todo quedo en un susto y en un mensaje: ¡A ver si lavan el cristal en condiciones!
Buenos días y buenas tapas
