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Atril ciudadano

“Llega el club blanco, el Real Madrid. Se “lía bien parda”

Si acaso eso le puede dar mas aliciente, al mucho que de por si tiene y como se espera sus buenas consecuencias, pero todo, bueno o malo, es susceptible de acabar en controversia política aquí, en Melilla. Nada escapa al filibusterismo cuando de imponer la razón se trata. Desde el imaginario que la llegada del club de Concha Espina es obra y arte de la buena gestión de alguien hasta la petición de total gratuidad para asistir al encuentro, pasando por el presidente de la entidad azulina manifestando que se siente “perseguido” hay todo una abanico de declaraciones, acusaciones y descalificaciones que le dan a tan singular evento una viveza especial.
Mientras, la organización del mismo, la que importa, camina silenciosamente para que el objetivo se culmine óptimamente y de acorde a las expectativas, cumpliendo las garantías esenciales. ¿Quién lleva razón sobre las opiniones en contienda?, probablemente todas o ninguna en su totalidad. Este acontecimiento solo es fruto de un equipo de fútbol, el nuestro, que ha hecho los deberes y al que le ha acompañado el azar después. Así, de esta manera, brinda a la ciudad, a los ciudadanos, de un aprovechamiento social de indudable valor, sin necesidad de convertirlo en una película de Berlanga, por aquello de “Bienvenido Mr. Marshall” (genial, sea recordada, como cinta cómica y costumbrista del momento).

No debiera haber intento de aprovechamiento político de parte y parte, porque el hecho es de todos y de nadie. Si lo hubiera, mal quedaría el nombre de la propia tierra, la nuestra. Las instituciones, como lo están haciendo, colaborando cada una en su materia, para que esa jornada de fin de octubre sea especial y positiva para el recuerdo, deben dejar el protagonismo a quien únicamente le pertenece, el club que se medirá en el Alvarez Claro con quien acapara buena parte del firmamento mundial de este deporte, el Real Madrid y, por ende, a la masa social que lo disfrutará.

Días quedan aún para el encuentro y la expectación aumentará. Ojalá se aliente la misma desde la pureza del deporte a sabiendas de lo mucho que aporta a la cohesión social y al incentivo empresarial, especialmente en este segundo aspecto cuando es de gran difusión y seguimiento, pero sin banderas políticas.

Y así las cosas, la vida sigue y los motores preelectorales calientan. Con las dudas como techo y el nerviosismo como lecho, se van levantando las paredes que acogerán el combate que desembocará en el mayo próximo. Antes, en apenas varias semanas, Andalucía dará algunas pistas que orientarán a senderos venideros, pactos, fortalezas, debilitaciones que aquí también dejaran señuelo. Todo está abierto, el partido debe jugarse, nada se da por hecho, amén de declaraciones de aliento a los propios y de intento de desaliento a los ajenos. El diálogo, eso que impera cuando se vence a la imposición, es clave, pero lo será aún mas en tiempos cercanos, ante los retos a los que ya se enfrenta Melilla. Estar a la altura de ellos significará renunciar y complementarse por mas que el poder en juego “impida”esa visión, pero que no debe nublar la razón, la compartida, incluso desde la diferencia.

Fútbol y política, cada cual por su camino, pero unidos por sensatez y honradez. Es solo una opinión.

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