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Las zonas de conflicto del mundo y de Melilla. Slava Ukraini.

Huntington, al que ya nos hemos referido con anterioridad, publicó en 1993 su famoso y polémico ensayo sobre la lucha mundial entre civilizaciones. Anteriormente, en 1963, Saul B. Cohen había publicado su libro “Geografía y Política en un Mundo Dividido”, en el que introduce en el campo de la geopolítica el concepto de los “cinturones de quiebra” (shatterbelts), regiones donde se cruzan varios grupos culturales, étnicos, religiosos o ideológicos, lo que lleva a generar importantes tensiones e inestabilidad. Estas regiones, a menudo, se convierten zonas de enfrentamiento entre intereses en conflicto y luchas entre las principales potencias.
Cohen identificó seis shatterbelts en el mundo: Oriente Medio; Asia Oriental; Sudeste Asiático; África Subsahariana; América Central y Asia meridional. El devenir de los acontecimientos en la historia ha confirmado algunas de las predicciones de Cohen y ha puesto de manifiesto algunas otras zonas conflictivas, con las mismas características citadas por Cohen.
Los Balcanes es un ejemplo histórico, muy conocido, de cinturón de quiebra. Se da en la zona una compleja mezcla de factores étnicos, religiosos e históricos, lo que ha llevado a numerosos conflictos a lo largo de la historia. Desde la desintegración del Imperio Otomano hasta las dos guerras mundiales y las guerras yugoslavas en la década de 1990, los Balcanes han sido testigos de intensas luchas y fragmentación.
Asia Central, que comprende países como Afganistán, Tayikistán y Uzbekistán, ha sido durante mucho tiempo un cinturón de quiebra debido a su ubicación estratégica entre Rusia, China, India y Medio Oriente. En particular Afganistán, zona de paso histórica entre Asia Central y el sur de Asia, ha sido testigo de guerras con participación de ingleses, rusos, americanos y OTAN. Sigue experimentado tensiones políticas, étnicas y religiosas, y es foco de fundamentalismo islámico y de exportación de terrorismo.
La muchas veces olvidada región africana de los Grandes Lagos, que abarca países como Ruanda, Burundi y la República Democrática del Congo, sirve como otro ejemplo histórico de un cinturón de quiebra. Los conflictos étnicos y las disputas por los recursos han plagado este área, lo que ha llevado a eventos devastadores como el genocidio de Ruanda y los conflictos posteriores en la República Democrática del Congo.
Oriente Medio: Oriente Medio sigue siendo un prominente cinturón de quiebra en la actualidad. Los conflictos en curso en Siria, Irak, Yemen y otros países, así como el siempre latente enfrentamiento entre Israel y Palestina, ejemplifican la compleja red de rivalidades sectarias, étnicas y geopolíticas que involucran a varias potencias regionales y globales. La división entre sunitas y chiitas ha contribuido también a la inestabilidad y fragmentación en la región.
Ucrania: Ejemplo claro de cinturón de quiebra geopolítico entre potencias, aunque en este caso las generalmente importantes etnia y religión no juegan un papel preponderante.
Cachemira: La disputada región de Cachemira, atrapada entre India y Pakistán, representa otro cinturón de quiebra actual, por reclamos territoriales en competencia, divisiones religiosas e intereses nacionales.
Sudeste Asiático: La creciente confrontación entre China y la cada vez más importante India, se está dando en todos los ámbitos, también en el geográfico en las fronteras comunes en los Himalayas y en los países zona de paso, al este de la cordillera
Existen otros muchos cinturones de quiebra en el mundo, además de los ya citados, y el número se multiplica exponencialmente cuando extendemos el concepto de shatterbelts no tan solo al ámbito mundial, sino al nacional e incluso al local.
Por citar tan solo unos pocos ejemplos de ámbito nacional, en Nigeria y otros países de Centroáfrica los sangrientos enfrentamientos entre cristianos y musulmanes se producen desde hace décadas; chiitas y sunitas se enfrentan en países árabes y entre Irán e Irak; budistas y musulmanes lo hacen en Myanmar o en Sri Lanka. Merece la pena destacar la permanente amenaza del terrorismo islámico, de alcance mundial.
En los ámbitos nacional y local, con mucha frecuencia la principal, aunque no única, causa de enfrentamiento es la religión, pero no se puede olvidar la desfavorable estratificación cultural y económica de los inmigrantes en la práctica totalidad de los países occidentales.
Enfocándonos en Melilla.
Enfocándonos en Melilla, los cinturones de quiebra se presentan tanto en el ámbito internacional como en el local. En el ámbito geopolítico internacional Melilla es una cuasi isla o enclave, rodeada por el mar y por un vecino con frecuencia poco amistoso, con diferente religión, etnia, cultura, nivel económico y social. Nuestro vecino, con la aquiescencia o al menos el consentimiento del gobierno de España, cierra o abre las fronteras a su voluntad, permite o no el paso de mercancías y así modifica la economía de la ciudad. Y lo que quizás es más relevante, influye sobre una parte más o menos importante, no lo sabemos, de los residentes marroquí-españoles de la ciudad y, como consecuencia, en el ámbito político y la futura españolidad de la ciudad.
En el ámbito local, Melilla es un laboratorio perfecto para el estudio de los cinturones de quiebra ya que, en un espacio de terreno muy reducido, conviven diferentes nacionalidades, etnias, religiones, culturas y niveles económicos. En este ámbito es conveniente estudiar el concepto de “melting pot”, según el cual el añadir a ‘la sopa social’ de un país un número limitado de personas con diferentes características socioeconómicas puede resaltar conveniente, al revitalizar económica e incluso culturalmente a la sociedad que los recibe. Pero si el número de personas que añadimos a la ‘sopa’ es muy grande, llega un momento en que nuestra sopa deja de ser lo que era y pasa a ser otra cosa totalmente diferente: ya no es una sopa de ‘garbanzos’, sino de ‘lentejas’. La única salvedad sería, lo que no es nada fácil, que una mayoría de las ‘lentejas’ decidieran convertirse, en un corto plazo de tiempo, en ‘garbanzos’. Cuanto más diferentes sean ambos componentes en etnia, religión, cultura y demás factores socioeconómicos, más difícil e improbable será el proceso de asimilación. Cuanto más se agrupen las ‘lentejas’ entre sí, separándose de los ‘garbanzos’, peor será dicho proceso.
La absolutamente deseable asimilación requiere de un gran esfuerzo de voluntad por ambas partes, que debe ser favorecido e impulsado por las personas con influencia real en la sociedad melillense. La división política por etnias o religión conduce a un fracaso seguro, a medio plazo, del imprescindible proyecto común.

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Gonzalo Fernández

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