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Las subvenciones son necesarias, pero tienen que llegar. Las trabas a los visitantes son un palo en la rueda de la recuperación

El pasado 21 de abril, por acuerdo del Consejo de Gobierno, en resolución extraordinaria y urgente (no se entiende muy bien la urgencia cuando han pasado casi dos meses sin que haya pasado nada…), se aprobaron las “bases reguladoras en régimen de concurrencia no competitiva (significa que, si se cumplen los requisitos, no se comparan/valoran las solicitudes sino que se conceden por orden de entrada y en función de los fondos disponibles) de subvenciones al mantenimiento y a la creación de nuevo empleo en empresas melillenses durante la crisis económica derivada del covid”.


En la citada resolución se establecían los requisitos y las cantidades a recibir. Estas últimas, resumiendo lo más posible para no aburrir, serán (cuando se desarrollen las bases y comiencen a darse las subvenciones) de 5.000 €/ trabajador mantenido en el empleo y 4.000 €/ nuevo trabajador.


Muchas, por no decir todas, las empresas melillenses esperan como agua de mayo estas ayudas que podrían hacer más soportable la travesía del desierto que todos los melillenses hemos soportado y soportamos durante y después de la pandemia del covid.


Para una idea buena que se le ocurre a nuestro gobierno local, la desidia, la inutilidad, la falta de interés o vaya usted a saber qué causas, hacen que no se haya materializado hasta la fecha. No se sabe cuándo empezará, no se sabe si empezarán algún día y, lo que es peor, no se sabe cómo lo van a gestionar (si lo hace Proyecto Melilla debemos ponernos a temblar) y si incluso se pueden perder por caducidad.
Desde aquí, en nombre de todos los muy necesitados melillenses, le exigimos a nuestro gobierno local que se ponga las pilas y ponga en marcha de inmediato las subvenciones cuyas bases se aprobaron el ya muy lejano 21 de abril de este año.
Son subvenciones necesarias y urgentes que, sin profundizar mucho, pueden hacer que el empleo se mantenga, que haya más dinero para hacer otras inversiones, que haya más dinero en circulación y que, como consecuencia, aumente el consumo y se revitalice la economía. Solo un estúpido, o varios, dejaría que estas subvenciones no lleguen a las muchas empresas y autónomos que lo necesitan en Melilla.

Trabas a los visitantes/turistas
No parece una buena idea el poner trabas y pegas a las pocas personas de fuera de Melilla que nos visitan por negocios y/o placer. Si ya es una gran traba lo carísimo que es venir a Melilla (en muchos casos es más barato ir a New York), hay otras pequeñas cosas que pueden hacer que las pocas que viene no repitan.


Algunos ejemplos de lo anteriormente dicho: 1) Si alguien de fuera de Melilla quiere jugar al tenis en las pistas municipales, le será imposible si no dispone de un carnet que tendrá que sacarse antes en un lugar desconocido que tendrá que investigar. Si no tiene el dichoso carnet, no podrá jugar reservando la pista por internet, ni presencialmente. 2) Si un no socio del Club Marítimo (cosa bastante probable en el caso de una persona que venga de fuera de Melilla) quiere ir a uno de los dos establecimientos hosteleros que hay en el interior, no podrá acceder al Club ni acompañado por un socio. Hay varios perjudicados por esta norma, parece que nueva, del Club Marítimo (Calzado debería revisar este tema): los explotadores de los establecimientos hosteleros (que han perdido a varios clientes), la imagen de Melilla (con la aplicación de una norma estúpida) y los visitantes (que se pensarán si les compensa volver en otra ocasión). 3) Ni hablamos de la frontera: cualquiera que venga de afuera no sabría si podría pasar a Marruecos, cuánto tardaría en entrar, ni cuales serían los problemas para volver.


Parece que también en Melilla se extiende la querencia de prohibir cosas, que tanto gusta a nuestro actual gobierno social-comunista. No hay un plan para nuestros visitantes, domina la improvisación ¿No sería más lógico dar facilidades a los que nos visitan? ¿No sería mejor, en el caso del Club Marítimo, que cualquier persona de fuera (acompañada por un socio) pudiera entrar para usar los restaurantes y controlar que el uso del resto de instalaciones se hiciera por los socios?


Es cierto que el Club (como se le conoce en Melilla) es un centro privado y que algunos de sus socios (muchos ahora, por conveniencia económica) se quejan de que está masificado, pero también lo es que grano a grano se hace un granero. Esperemos que al Club Marítimo no le pase como a La Hípica que, de tanta prohibición para hacer casi cualquier cosa, se acabe vaciando y la gente busque otras alternativas (que de momento no existen en la ciudad, pero que probablemente deberían aparecer). “Cuando las barbas de tu vecino veas afeitar, pon las tuyas a remojar”.

( La edición digital de PDF de MELILLA HOY
https://online.melillahoy.es/membresias/ )

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