LÁGRIMAS EN LA UNIVERSIDAD

CAVERO

Por Juan Carlos Cavero

Aquella mañana y en los días posteriores en que decidí escribir estas líneas, yo también me sentí culpable por formar parte de un sistema, de un engranaje cuyo funcionamiento termina por romper a las personas.

Eran las doce, sabía que me encontraría con la salida de algún examen de selectividad. Casualmente era el de Matemáticas de Ciencias Sociales. Los alumnos fueron saliendo a mi encuentro mientras yo los esperaba con una sonrisa. Pero ellos no sonreían, bajaban por la escalera llorando a lágrima viva. Parecía que sus sueños se habían frustrado de golpe y una catarata de lágrimas descendía por los escalones.

– Ingenuamente pregunté: ¿Qué os ha pasado?

– ¡Nos han follado a todos! – decían algunos, entre gestos que serían divertidos si no fuera por los ojos enrojecidos-. ¡Abiertaos! – decían otros, con algo más de humor trágico y haciendo un rosco con las manos.

Me explicaron que el examen era imposible, que ninguno se lo esperaba… “¿Qué nota vamos a sacar ahora? ¿Qué vamos a poder estudiar?” Lamentos y lágrimas no cesaron a pesar de mi esfuerzo y el de mi compañera de Lengua, que les había traído un saco de caramelos.

Ciertamente si las calificaciones descienden por debajo de lo que las universidades públicas determinan como notas de corte para poder acceder a los estudios elegidos por un estudiante, entonces los alumnos se encuentran con una barrera infranqueable.

Pensé que la Universidad Pública era hipócrita, porque en lugar de generar plazas para todos los posibles estudiantes lo que hacía era disfrazar la falta de oferta con criterios de élite, de falsa calidad y falsa excelencia: la “nota de corte” termina por cortar las ilusiones, recorta de raíz el origen de los talentos que maduran más tarde durante los estudios superiores. Los talentos no van unidos a una nota numérica por más que nos lo quieran vender así, y menos con la que se consigue en un único examen que marca tu vida definitivamente.

El sueño que nosotros los docentes, durante años, obligamos a crear en las mentes de los alumnos para que luchen por prepararse para aquellos estudios que deseen vocacionalmente, se ve absolutamente frustrado ante la imposibilidad de llegar a las notas solicitadas…¿Y ahora qué hacemos? ¿Qué les digo? ¿Que todo por lo se esforzaron ya no pueden hacerlo? ¿Que se pasen otro año estudiando lo mismo, este temario aburrido y tedioso en el que se ha convertido la preparación de la Prueba de Acceso a la Universidad? Por si se da la suerte de que al año siguiente les de la nota para poder estudiar en la Universidad Pública.

Afortunadamente o no, el mercado les abre otra salida, la tan denostada Universidad Privada para aquellos estudiantes que puedan pagarla, claro está. Los padres o responsables harán el enorme esfuerzo de que sus hijos puedan estudiar aquello con lo que soñaron ser. Y pensé que, de esta manera tan torticera, era como la Universidad Pública con su falso sistema de élite, aumentaba la oferta de lo privado.

Lo triste del asunto es que encima, algunos servidores públicos se han permitido el lujo de criticar a las Universidades Privadas, Universidades cuyos estudios posibilitan al acceso a los estudios superiores a aquellos a los que el sistema público elitista los quiere dejar fuera.

Señores, si ustedes no permiten un acceso más amplio a la Universidad Pública entonces no denigren a la Universidad Privada, faciliten el acceso a las mismas y ayuden económicamente a los que acudan a ellas. Es deber de los gobiernos formar en sus inquietudes a la población, para que desarrolle en su madurez intelectual su personal talento y vocación y no amputar estas virtudes desde el principio.

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