El director de cine sevillano destaca el hecho de venir a Melilla a proyectar una película sobre inmigración dos años después del trágico salto masivo del 24-J, donde “la tragedia y el drama tocó el pico más alto”
El salón de actos del Centro Asociado de la UNED en Melilla ha acogido este lunes por la tarde la proyección de la última película del director de cine sevillano Benito Zambrano, ‘El Salto’, donde refleja el drama de la inmigración en España a través del salto a la valla de Melilla.
Una proyección que coincide con un aniversario amargo al cumplirse este lunes dos años del trágico salto a la valla de Melilla que causó la muerte de una veintena de personas y la desaparición de otras tantas, sin que se hayan esclarecido el paradero de éstas.
“Venir en una fecha tan especial dos años después donde la tragedia y el drama tocó el pico más alto”, ha señalado ante los medios, aseverando que, probablemente, “Europa se enteró de lo que ocurrió, de que hay una frontera en Europa” pero que no está ubicada en la Europa continental.
“La realidad”, según él, es que existen las fronteras, siendo la peor a su juicio “la frontera económica que dividen abismalmente a dos mundos: uno rico que vive en el despilfarro y la sobreabundancia, y otro pobre que no tiene nada”.
“Y puedes poner frontera y vallas de 20 metros más alta de las que tenéis ya aquí en Melilla, ¿pero cómo le puedes poner frontera y valla al hambre, a la miseria, a la desesperanza, a la falta de futuro, etc.?”, pregunta, dejando claro que él “ha tenido la suerte de nacer” en el lado europeo de la valla. De no ser así, asegura que “estaríamos saltando la valla, cogiendo una patera o metiéndonos debajo de unos camiones” para migrar.
“La inmigración siempre ha existido y la gente siempre se ha movido por desesperanza, desilusión, o por esperanza o ilusión para buscar recursos”, reflexiona.
Anécdotas de rodaje
Una de las particularidades de la película es que Zambrano trabajó con personas que habían migrado desde África hacia España en patera.
Valora positivamente la experiencia de haber trabajado con ellos, pero destaca a modo de anécdota que un día les tuvo que explicar la recreación de una escena en la que recorrieron “toda África, llegaron a Marruecos y tenían que coger una patera sucios y cansados”.
“La mayoría de ellos eran de origen africano, pero muchos ya habían nacido en Canarias, etc. y, curiosamente, no se lo habían planteado. Por lo que, cuando empecé a planteárselo algunos empezaron a llorar. Se emocionaron”, relata, reconociendo que “es demasiado doloroso vivir con eso”.
“Fue más increíble trabajar con los chicos africanos que no habían vivido en carne propia el tema del viaje que los que los vivieron”, agrega.
