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“La rebelión rifeña de 1959 fue el último intento revolucionario que pudo cambiar el régimen político del Marruecos poscolonial”

marcosperez

El historiador melillense, Marcos R. Pérez González, desvela en un trabajo de investigación inédito las claves para entender uno de los conflictos menos conocidos de la vecina región del Rif

 

El Rif, tan cercano a Melilla, pero a la vez tan desconocido, cuenta desde hace un par de meses con un nuevo trabajo de investigación editado por el Instituto de Estudios Ceutíes que pretende arrojar algo de luz sobre la historia reciente de éste agreste territorio, conocido en nuestra ciudad a través sobre todo de los luctuosos hechos acaecidos durante las guerras coloniales. Pero la tragedia de esta región no terminó con su pacificación en 1927, ni con la independencia en 1956 sino que se alarga más en el tiempo como consecuencia de la inestabilidad política surgida en Marruecos tras la descolonización del territorio por parte de España y Francia.

Y es que esos años inmediatos a la independencia no resolvieron los problemas de una zona, Yebala y el Rif, que habían evolucionado de manera autónoma del resto de Marruecos bajo el mandato español. Así lo afirma el historiador melillense pues en su opinión “partíamos de un dimorfismo colonial evidente que tuvo consecuencias inevitables, en particular en materia cultural y económica. A ellas habría que añadir el problema político surgido tras la descolonización, una circunstancia que no hizo sino complicar el encaje territorial de una región poco apegada al centralismo monárquico alauita”.

En opinión del autor uno de los primeros problemas en el momento de la descolonización de Marruecos fue la falta de acuerdo entre las dos potencias coloniales, Francia y España, para acordar conjuntamente, no solo la fecha de la independencia, sino la coordinación para el traspaso de poderes a las autoridades marroquíes. Ello generó una primera disfunción al ser Francia, la principal potencia ocupante, la encargada de gestionar en solitario la independencia de su zona de protectorado. España lo haría un mes más tarde, en abril de 1956, cuando la autoridad marroquí, el sultán Mohamed V, junto al partido Istiqlal, ya había elaborado un proyecto político conjunto para Marruecos sin haber consultado nada ni a España ni a las élites nacionalistas de la antigua zona de protectorado español. “Uno de los efectos inmediatos de aquella errónea política descolonizadora será la desaparición de los partidos políticos de la zona norte de protectorado, integrándose unas veces en formaciones políticas del Marruecos francófono, como sucedió con el Partido de la Reforma Nacional de Abdelkhaled Torres y otras simplemente disolviéndose. Ello dejó huérfana a la población del protectorado español sin una representación política que pudiera haber negociado la integración del territorio en ese nuevo Marruecos salido de la independencia”.

A partir de ese momento se inicia una carrera contrarreloj en Marruecos para determinar la composición del gobierno marroquí con un enfrentamiento entre los partidos Istiqlal y PDI cuyo resultado será el progresivo afianzamiento del primero en la estructura de gobierno de Marruecos. Así, este partido no hará más que acumular cuotas de poder entrando en una competición política con la misma monarquía, generando no pocos quebraderos de cabeza al propio monarca Mohamed V. Para el historiador melillense esta peculiar circunstancia tuvo un efecto inesperado; “la doctrina nacionalista del Istiqlal se fue imponiendo poco a poco en las instituciones marroquíes, un nacionalismo que pretendía no solo afianzar el poder de ese partido en Marruecos sino arabizar el país por un lado y afrancesar la administración a paso rápido no dejando ninguna cuota de poder para los representantes del antiguo protectorado español”. La discriminación de la zona norte en los planes políticos del Istiqlal, asumidos por la monarquía generaron un descontento que no hará más que acrecentarse con el paso de los meses muy en particular en el Rif, una zona pobre, agrícola y rural, con lengua y tradiciones propias y con un pasado de resistencia anticolonial aún muy fuerte, enquistado en las mentalidades de aquellas rudas gentes. Pero, ¿cómo surgió la rebelión armada en el Rif? Según el autor, “lo primero que surgió fue un movimiento político que llegó a presentar a finales de 1958 un documento con varias reivindicaciones no atendidas por el monarca y junto a él, también surgió un movimiento armado formado por antiguos guerrilleros del Ejército de Liberación. Nadie quería una rebelión armada en el Rif y los dirigentes de la zona intentaron negociar hasta el último momento. Si esta se desencadenó finalmente fue a causa de la política autoritaria e intransigente del Istiqlal”.

El resultado de aquel proceso fue la conocida como rebelión rifeña que durará varios meses hasta el logro del control del territorio por parte de las Fuerzas Armadas marroquíes. Marcos Pérez es categórico al entender el conflicto desde un punto de vista político con ciertas dosis de violencia. “Debemos desterrar la idea de que aquello fue una guerra pues no se produjo tal; más bien fue un conflicto político en el que se produjeron actos de violencia en determinados focos rebeldes y siempre en el marco de un enfrentamiento asimétrico, pues por un lado actuaron partidas guerrilleras y por otro un Ejército convencional”. Precisamente esa peculiaridad explica que fueran muy pocas las acciones armadas y muy relevante la represión del pueblo rifeño, al entender el gobierno marroquí de forma errónea, que toda la población de la zona era culpable de lo sucedido. Otro aspecto que el autor quiere desterrar es la idea de que aquel movimiento era independentista algo que no es cierto y ha sido sugerido en algún trabajo. “Nunca hubo intención por parte del movimiento rifeño de lograr la independencia; tan solo pretendían mejorar la integración del territorio en Marruecos y limitar el poder desmesurado del partido Istiqlal”. Nos queda una última pregunta y es saber la repercusión que tuvo el conflicto en Melilla y Alhucemas.

Según el historiador melillense “la principal repercusión en Alhucemas fue la salida inevitable de la poca población española que aún residía en la zona y respecto a Melilla, al margen del aumento del control fronterizo destacaría la apropiación marroquí de gran parte de la zona neutral pactada en su día en varios tratados. Desde el punto de vista humanitario, las autoridades españolas abrieron un campo de refugiados en la ciudad, en la zona de Rostrogordo, para acoger a los rifeños que huían de la zona. También permitieron el paso de nacionalistas rifeños por la ciudad camino de la península, donde acabarán exiliados algunos de ellos por un tiempo”. Y es que el trabajo también destierra la falsa creencia de que España participó en aquel conflicto proporcionando armas a los rifeños. Desde aquellas fechas, el Rif quedará marginado hasta el final del reinado de Hassan II. Será más tarde cuando comience un intento de reconciliación entre el Rif y Marruecos que no parece haber terminado del todo.

 

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Redacción

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