Una vez más, en Melilla asumimos como normal algo que no lo es en absoluto. Y nos referimos al hecho de que, a lo largo de este año, decenas de inmigrantes adultos hayan estado acogidos en el centro de protección de menores de La Purísima pese a ser, como su propio nombre indica, un lugar exclusivamente para menores que están solos. La Policía lo acaba de constatar en una investigación que, al hacerse pública en un comunicado el pasado sábado, no pilló por sorpresa a nadie. El comentario generalizado en las redes sociales era que eso ya lo sabía todo el mundo.
¿Cómo es posible? Es un escándalo que esa anormalidad se haya consentido y sostenido en el tiempo por todo lo que ello conlleva. Lo principal, y más importante, porque no puede ser que menores solos, que están en Melilla sin la protección y tutela de sus padres y familiares, que se encuentran a cargo de una administración pública, estén expuestos al peligro que supone convivir con otros inmigrantes adultos desconocidos. Personas que pueden manipular a los menores como colectivo social vulnerable que es debido a su falta de madurez. La administración que les tutela no les ha protegido en este caso.
Y tampoco se debería haber consentido esta anormalidad por lo que supone que los recursos públicos que Melilla debe destinar a la protección y acogida de menores se hayan gastado en mayores de edad que no son competencia, desde luego, de la Ciudad Autónoma. No hablamos de extutelados, sino de inmigrantes recién llegados que son mayores de edad y dicen ser menores. Sólo con eso es suficiente para garantizarse techo y comida hasta su salida a la península tras pedir asilo. La Purísima, hotel para inmigrantes, cualquiera que sea su edad. Una vez más, un mal uso de los fondos y recursos públicos, en este caso muy peligroso para los menores, como ya hemos señalado antes.
Lo peor es que a la Ciudad Autónoma parece no importarle todo esto. Nadie ha dicho nada, ni siquiera la consejera del Menor y Familia, de quien depende la gestión del centro de La Purísima. El silencio absoluto en el Gobierno de Melilla predomina ante este escándalo ante el cual se deberían adoptar medidas para evitar que se vuelva a repetir si es que de verdad le importan los menores de edad, que son las principales víctimas de lo que ha sucedido. Después de lo ocurrido, está más que claro que hay que cambiar los protocolos y no dejar entrar a nadie en La Purísima hasta que se compruebe que de verdad son menores de edad.
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La Purísima, hogar para mayores y menores
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Existe otro lugar fantastico que se deberia tener en cuenta para otros casos y es el Cuartel de Caballeria en el Paseo Maritimo junto a la Hipica,
Y es incomprensible que, después de cuarenta y cuatro años que tenemos Constitución, en este edificio de La Purísima se pueda ver hoy día el escudo de la España franquista con su aguilucho. Quítenlo, por favor. Molesta a la vista.