La procesión inútil o la inútil procesión
Los balbuceos del ministro Albares (nada menos que el ministro de Asuntos Exteriores de España) cuando uno de los reporteros enviados a la cumbre le preguntó si «sabían que estaba fuera de Marruecos el rey», pueden ser un resumen de la RAN (Reunión de Alto Nivel) entre España y Marruecos de la semana pasada.
En respuesta a la cuestión sobre el rey marroquí, el jefe de la diplomacia española se quedó bloqueado, en silencio y, tras un leve balbuceo, dijo «esto ya en off».
La procesión de inútiles (poco útiles) ministros o la inútil procesión de ministros (lo mismo da una cosa u otra) encabezada por Pinocho (con la “inestimable” falta de los “fieles” ministros podemitas del gobierno) se las prometía muy felices antes de la salida, pero el resultado ha sido decepcionante (no lo ha sido, lógicamente, para la prensa afín y los voceros del gobierno) y se ha rozado el ridículo.
Se suponía que iba a ser la cumbre que confirmara la normalización de las relaciones entre Rabat y Madrid, tras acumular ocho años desde la última Reunión de Alto Nivel (RAN) y muchos sinsabores en una relación vecinal con más desacuerdos que sintonías. Iba a ser la ocasión para demostrar que el giro dado por el Gobierno español en el tema del Sahara Occidental, alineándose plenamente con la tesis soberanista marroquí, rendía frutos, pero, sin embargo, ha bastado un solo gesto del monarca alauí para convertirla en la RAN del desplante.
Había bastantes indicios que hacían pensar que habría una audiencia real al jefe del gobierno español, que lideraba una delegación de 12 ministros, la más numerosa de todas las RAN celebradas. De poco sirve que, a posteriori, el equipo de presidencia quiera convencernos de que ya se sabía que no habría tal audiencia y que la sustitutoria conversación telefónica con Sánchez estaba pactada. ¡Nos siguen tomando por tontos!
No se ha avanzado en casi nada y se ha vuelto a dar una imagen de país menor frente a un vecino crecido. «Vamos a evitar aquello que ofende a la otra parte, especialmente en lo que afecta a la soberanía». Con estas palabras Pedro Pinocho Sánchez confirmó el pacto sellado el pasado con Rabat. Alguien debería recordarle a Pinocho que entre amigos no es necesario recordarse el portarse bien con el otro (se sobreentiende) y también sería bueno que se diera cuenta que defender lo tuyo (la españolidad de Ceuta y Melilla, por ejemplo) no debería ser una ofensa y no debe meterse debajo de la mesa camilla para ver si, al no sacarlo, desaparece el problema/la reivindicación.
Los “acuerdos” alcanzados pueden resumirse en: 1) España va a invertir, a través de un nuevo protocolo financiero, una cantidad de hasta 800 millones de euros, que impulsará las inversiones en sectores como el ferrocarril, el agua, el agroalimentario o el turismo; 2) La apertura de aduanas en Ceuta y Melilla, que aún no tiene una fecha concreta. «Las dos partes reiteran su compromiso con la plena normalización de la circulación de personas y mercancías de manera ordenada, incluyendo los dispositivos adecuados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo», reza el texto. La novedad es que las dos partes «tienen en cuenta las conclusiones de la prueba piloto del 27 de enero y continuarán esta serie de pruebas según el calendario acordado para superar cualquier posible eventualidad».
¿Para esto van 12 ministros y el jefe del gobierno de España a Marruecos? Se podría haber hecho con una simple reunión por Skype…¿Todavía más pruebas estúpidas en ambas fronteras? No nos debería sorprender: Pinocho y sus ministros/palmeros son especialistas en hacer como que hacen.
PP y CPM, el pacto lógico
Sé que se ha intentado en múltiples ocasiones y, sobre todo por la insistencia en que alguno de los líderes quedase fuera, no se ha llegado a materializar un pacto de gobierno entre ambos partidos.
Recientemente he tenido la suerte de conocer a una persona cercana a CPM que, además de tener una muy buena formación y sentido común, se preocupa por el futuro de Melilla y por intentar que este mejore.
Ni todo en CPM es malo, ni todo en el PP es bueno. Lo que parece evidente es que ambos partidos (el PSOE es residual en Melilla), con independencia del resultado de las elecciones de mayo, deben entenderse por el bien de Melilla. Si es con personas con formación y sentido común (el menos común de los sentidos), y con el fin último de que Melilla aproveche su gran potencial, los acuerdos futuros entre PP y CPM o entre CPM y PP, deben ser la base sobre la que construir el futuro de Melilla.