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La Semana

La política es una comedia y la gestión del covid es un vodevil

Viendo el contenido que he elegido para el resumen de esta semana, me doy cuenta que prácticamente todo trata (sin pretenderlo) directa o indirectamente sobre el covid. Es el tema que, por desgracia, lo ha fagocitado todo y que nos llevará a una crisis sin precedentes de la que nuestros políticos actuales, locales y nacionales, no nos van a sacar (no pueden, no saben y, lo que es peor, no les importa). Una vez pasada la fallida moción de censura promovida por VOX, y escuchado a muchos de los participantes, me acordé de una divertida comedia (sin grandes pretensiones) del año 1.989 cuyo título en castellano fue “No me chilles, que no te veo”. La película, protagonizada por Richard Pryor y Gene Wilder, tiene a dos protagonistas principales: Wally, que es ciego y Dave, que es sordo. Ambos se convierten en los principales sospechosos del asesinato de un hombre y, para probar su inocencia, Wally prestará sus oídos a Dave y éste sus ojos a Wally. Volviendo a los políticos: los que tienen que ver, son ciegos y los que tienen que escuchar, son sordos; el sordo le quiere mostrar imágenes al ciego y el que no ve quiere convencer a gritos al que no puede oir. Da miedo el nivel de nuestros políticos gobernantes y no podemos esperar acuerdos entre ellos que redunden en el bien de los ciudadanos (sí que acordarán lo que sea para mantenerse).

Vodevil: “Comedia teatral de trama basada en los enredos, de diálogos picantes y tema amoroso y poco trascendental”. Enredo es lo que es la gestión sanitaria del Covid: en cada Comunidad unas medidas diferentes, unas piden estado de alarma y otras no, unas tienen confinamiento perimetral y otras no, etc. Eso si, se siguen sin hacer controles en puertos y aeropuertos: se ve que al gobierno Sanchez/Iglesias no le viene bien que pudieran echarle la culpa de la entrada de contagios…

Martes:
El consejero de Salud Pública, Mohamed Mohamed Mohand, anunció que habría confinamiento perimetral en Melilla si no se doblegaba la curva durante la semana pasada (cosa que ocurrió, no se doblegó). La medida, que ya habría sido consultada con el Ministerio de Sanidad, conllevaría la imposibilidad de entrada y salida de la población, salvo casos extraordinarios, y afectaría a las relaciones interpersonales en el ámbito de Melilla. Mohand declaró, entre otras cosas: “La presión hospitalaria es considerablemente difícil de asumir, ya que Melilla cuenta con un Hospital Comarcal que está cerca del límite” o “Todos tienen parte de culpa de los datos que sufre Melilla, pero la responsabilidad principal recae sobre la Ciudad y Salud Pública” y “Lo fácil sería dimitir”.

Le tengo simpatía al joven consejero de Salud Pública, pero lo fácil es no dimitir y lo difícil es dimitir (y renunciar al sueldo), otra cosa es que yo creo que no es más culpable que otros. Él, al menos, da la cara contantemente. Lo del confinamiento perimetral sería, por cierto, un error garrafal (lo que le faltaba a Melilla es que tampoco se pudiera salir o entrar en la ciudad) y espero que si se aprueba el estado de alarma no se aproveche para ello y si (creo que es más acertado) para el “toque de queda” a las 00.00 horas y la reapertura de los locales de hsotelería.

Miércoles:
Fuerte despliegue policial ante una reunión de los hosteleros convocada en la Plaza de las Culturas, que tenía como objetivo informar sobre las últimas novedades del colectivo tras el cierre obligado de sus comercios decretado desde el domingo anterior a las 00.00 horas. Los integrantes del gremio de hostelería vieron con asombro como decenas de agentes (cuatro furgonetas, nada menos) de la policía nacional irrumpían en la plaza para disolverles, al no disponer de un permiso de la Delegación del Gobierno. Ellos alegaron que estaban dispuestos en grupos de 6 personas, se quejaron de que se les tratara como “delincuentes” y reclamaron el cese del cierre por considerar que hay otras medidas más eficaces y menos gravosas para la economía melillense.

Tienen mucha razón en quejarse. Menos cerrar y más controlar botellones, puerto y aeropuerto.

Jueves:
Según los datos que facilitó la Consejería de Economía y Políticas Sociales, Melilla superó los mil casos activos (por desgracia se cumplió mi vaticinio del lunes pasado) el pasado martes a las 24.00 horas y los hospitalizados subieron un 12 % en un día.

Se podría haber evitado pero, una vez en esta situación, el seguimiento de los casos y el “toque de queda” a las 00.00 horas parecen las mejores medidas a corto plazo.

La Consejería de Hacienda, Empleo y Comercio amplía las subvenciones para empresas afectadas en la primera ola del virus e impulsa la “Ayuda Paraguas” para la segunda. La “Ayuda Paraguas” será de 1.000 euros fijos por empresa y mes de cierre y de 400 euros por trabajador en ERTE. Dunia Almansouri informó que su departamento está trabajando en la elaboración de las bases de la convocatoria. También se ha tramitado una subvención de 1.500 euros para los autónomos que cesaran su actividad en la primera ola y no puedan justificar gastos al no tener un local alquilado.

Buenas medidas pero insuficientes. Los empresarios y autónomos de Melilla se quejan, con mucha razón, de que son lentas y que son más un parche que un apoyo decidido que evité los cierres definitivos. Sería bueno que las medidas se anunciasen cuando ya estén desarrolladas en su totalidad y no por etapas.

Viernes:
El Gobierno de Melilla pidió a Sanidad el “Estado de Alarma” para realizar un confinamiento nocturno. Eduardo de Castro evitó llamar a la medida “toque de queda”. Rojas (PSOE) asumió el papel de coordinación entre la Ciudad y la Delegación en cuestiones COVID.

Me parece una medida acertada, pero hay que tener cuidado con que Sánchez no lo aproveche para tomar el (des)control y adoptar otras medidas más restrictivas una vez aprobado el estado de alarma. Conociendo al personaje, me temo lo peor.

El Ministerio de Sanidad y las autonomías aprobaron cuatro niveles de alerta con criterios comunes de actuación por Covid-19.

Para evaluar el riesgo, Sanidad planteó ocho indicadores principales y cuatro niveles de riesgo, divididos en dos bloques. En el primero se evalúa el nivel de transmisión del virus a través de la incidencia acumulada en 14 y 7 días, la incidencia acumulada en 14 y 7 días de personas de más de 65 años, el porcentaje de positividad de las pruebas diagnósticas y el porcentaje de casos con trazabilidad. En el segundo bloque, se mide la ocupación de camas en hospitales y en Unidades de Cuidados Intensivos (UCI).

Para cada uno de ellos hay asignados cuatro niveles de riesgo, considerando el de mayor riesgo, o situación extrema, aquel con incidencias superiores a 250 casos por 100.000 habitantes en 14 días, o 125 casos en una semana. Sin embargo, este umbral se reduce a 75 casos por cada 100.000 habitantes en una semana (y a 150 en 14 días) cuando los pacientes sean mayores de 65 años.
¡Muuuuuuuuyyyyyyy tarde!. Tal y como han reclamado muchos presidentes autonómicos, esto se debió hacer hace muchos meses. Recordemos que la pandemia empezó en marzo.

Frases:

“Lo del confinamiento perimetral sería un error garrafal”

“El sordo le quiere mostrar imágenes al ciego y el que no ve quiere convencer a gritos al que no puede oir “

J.B.

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