El tiempo pasa veloz incluso para Marruecos y cada vez es más difícil mantener en la ignorancia más absoluta a la ciudadanía marroquí en diversas cuestiones de Estado como la justificación de la ocupación ilegal del Sahara Occidental. Lo cierto es que el hecho de que sea fruto de la implantación de una ideología oficial, como es el nacionalismo, exacerbado por una competencia política entre partidos y Majzén, al menos en los primeros años de la independencia, muestra lo endeble de la propuesta marroquí para anexarse un territorio que nunca le perteneció. En aquellos primeros años de independencia, hasta 1960, la población marroquí no superaba los diez millones de habitantes, era cuasi analfabeta en su gran mayoría, no existían medios digitales como internet y el terror campaba a sus anchas para atemorizar a una ciudadanía cuyos lazos con el Majzén eran más fruto del miedo o el sentimiento religioso que de una meditación seria y racional sobre el fundamento del poder político en el Marruecos postcolonial.
La campaña de adoctrinamiento a través de la escuela pública fue exitosa en un primer momento, entre otras cosas debido al escaso desarrollo de los medios de comunicación en el país magrebí. Pero con el paso de los años estas circunstancias cambiaron. Hasta finales de los años ochenta del pasado siglo Marruecos estuvo sumido en la más absoluta indigencia política y económica con unos índices de desarrollo humano inasumibles para un país vecino a Europa. El caldo de cultivo parecía ser el propicio para extender un sistema de control ideológico y político sobre la población marroquí que ya entonces había doblado su número, como atestiguaban los censos realizados.
En la actualidad nos encontramos con situaciones chocantes, como por ejemplo el hecho de que más de sesenta mil estudiantes marroquíes se formen en escuelas extranjeras, esencialmente francesas y en segundo lugar, muy lejos de ese número, españolas. La escuela pública ha demostrado su incapacidad para enfrentarse a ese programa de manipulación y adoctrinamiento, entre otras cosas, debido al alto índice de fracaso escolar, la mala calidad de los programas de enseñanza, falta de recursos materiales y económicos y nula capacidad de atracción de la población más joven, cuya tasa de abandono escolar temprano es notoria.
En éste contexto, la dilución de los lazos con el Majzén, y junto a ello, de la ideología que éste propugna, son evidentes. Los intereses de las nuevas generaciones son ya muy distintos de los de hace treinta años y nadie quiere sepultar sus expectativas vitales por una causa que muchos ven lejana o simplemente como un eslogan oficial de la monarquía alauita. Quizás ello explique la desafección que se nota sobre la gran causa marroquí de la supuesta integridad territorial en numerosos segmentos sociales, pero en especial en los más jóvenes. Y quizás ello explique igualmente la campaña que ha emprendido el Ministerio de Comunicación marroquí para subvencionar documentales sobre el Sahara, para explicar a esas generaciones, en versión marroquí, “las tesis marroquíes” sobre este asunto. Según comentó el ministro, Mustafa El Khalfi, se destinará un millón y medio de euros para esta cuestión, en colaboración con el Ministerio de Asuntos Exteriores.
De hecho, hace unos días se estrenó en Casablanca el primer documental financiado con este propósito, ‘L’identité d’un front”, un documental sobre el Frente Polisario donde, por cierto, España no sale muy bien parada, algo ya habitual en las campañas de manipulación del Majzén. Como suele ser habitual, el Ministerio de turno mete la pata al explicar el motivo y nos da la pista de la razón de esta campaña al afirmar que el objetivo es ‘aclarar a la opinión pública la realidad del conflicto artificial a las nuevas generaciones’.
Bien, las preguntas que podemos hacernos son evidentes. ¿Está perdiendo apoyo la tesis oficial en Marruecos? ¿Son las nuevas generaciones jóvenes de marroquíes más inmunes a la manipulación del Majzén? ¿Es incapaz el sistema educativo marroquí para seguir adoctrinando a los jóvenes marroquíes en la defensa de la ocupación del Sahara? ¿Se está diluyendo la legitimidad social del Majzén? ¿Han influido en ello las revelaciones recientes sobre la corrupción que lleva a cabo el lobby promarroquí en el extranjero? He aquí una interesante propuesta de investigación sociológica.
