Si me lo cuenta una persona de solvencia totalmente creíble, tal vez lo habría puesto en duda creyendo que sería una broma, pero es que lo he leído, el lunes en este Diario, y todavía le estoy dando vueltas a la cabeza. Me refiero a la muerte de ese joven magrebí, de 27 años, dentro de una maleta que, según la información facilitada oficialmente a la Prensa, iba en el maletero de un coche.
¿Qué clase de maleta era para introducir en ella a una persona de 27 años que, haciendo cálculos, digamos que pesaría unos 75 u 80 kilos y, de talla, pongamos 1,70 como mínimo…? Tenía que ser más bien un baúl, que ayudaría a manejarlo al propietario del coche otra persona para colocarlo en el maletero.
Coche y “maleta” que para embarcar pasa sin ningún problema el control policial (?) y ya en el garaje del buque allí lo deja su propietario, hermano del fallecido según se ha informado, hasta poco antes de arribar al puerto almeriense. Cinco horas de travesía y el joven encerrado en la maleta. ¿Cómo iba a estar, entonces, cuando su hermano la abrió para ver en qué estado se encontraba…? ¿No pudo haberlo hecho una vez el barco salido del puerto melillense, o media hora después?
Lamentable, muy lamentable la muerte del joven, pero más lamentable aún la poca sensatez, por no decir nula, la de su hermano, al dejarle allí encerrado durante tantas horas sin que siquiera pudiera hacer una necesidad que precisara; tal vez, el no tener agua, pero lo más grave, la falta de aire para poder respirar, lo que le costaría la vida-.
- Ya hay que ser obtuso, cerrado de cerebro, irresponsable para proceder de la forma que lo ha hecho con el resultado de tan gravísima consecuencia.- Que lo más seguro, es que tampoco habría tenido éxito la entrada ilegal del joven fallecido en la Península cuando, al pasar el control policial al abrirse la maleta los agentes hubieran descubierto su presencia.
Maldita situación en la que hoy se encuentran millares de criaturas que, por buscar una mejor vida, en muchísimas ocasiones se la dejan en el camino.
