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La movilidad sostenible, una pose para el Gobierno

Pronto llegaremos al ecuador de la legislatura, y será un buen momento para hacer balance de las cosas hechas en esa primera mitad del mandato. Hay campos donde el repaso se hace rápido por la escasa o nula implicación por parte de quienes nos gobiernan. Uno de ellos, el de la movilidad urbana sostenible Pronto llegaremos al ecuador de la legislatura, y será un buen momento para hacer balance de las cosas hechas en esa primera mitad del mandato. Hay campos donde el repaso se hace rápido por la escasa o nula implicación por parte de quienes nos gobiernan. Uno de ellos, el de la movilidad urbana sostenible, pese al interés que, aparentemente, tenían en él cuando los tres partidos que gobiernan Melilla estaban en la oposición.
Esta semana, la Mesa por la Movilidad ha tenido que salir públicamente para hacer un llamamiento a la Ciudad Autónoma para que lleve a cabo una “acción inmediata” para pedir inversiones en Melilla de fondos estatales COVID19 en seguridad vial y movilidad sostenible. Lamentablemente, estos dos objetivos, la seguridad vial y la movilidad sostenible, han sido dos los grandes olvidados en la aplicación de esos fondos que la Ciudad Autónoma se ha apresurado a gastar en otros ámbitos, también muy importantes, sí, pero no hasta el punto de excluir a otros que también merecen y necesitan ser atendidos.
El problema es que en Melilla no se da a la movilidad sostenible la importancia que tiene y que sí han dado en otros lugares donde han reducido de manera drástica sus datos de siniestralidad vial. A ese objetivo es al que también debemos aspirar en Melilla, porque nuestros datos son muy negativos y se podría decir que alarmantes si analizamos, por ejemplo, la concentración de atropellos en los primeros días de este año. Pero también porque no hay que olvidar que todos somos usuarios de las vías públicas, tanto los que van a bordo de vehículos a motor como los que eligen otras formas para desplazarse, bastante más sostenibles, saludables y seguras, como caminar, a bordo de bicicletas y patinetes, o empleando el transporte público, cada vez más castigado.
Sin embargo, nuestras administraciones, en sus actuaciones, siguen dando preferencia a los usuarios de vehículos a motor, prestándoles una atención muy por encima de la que da al resto, y favoreciendo con sus acciones que haya cada vez más coches en una ciudad con uno de los parques móviles más grandes del país, pese a su reducida superficie geográfica. Ese agravio comparativo no es nuevo, pero es especialmente grave que se perpetúe ahora, cuando los tres partidos que gobiernan lo siguen promoviendo cuando pataleaban contra él estando en la oposición, formando parte de una Mesa por la Movilidad a la que ahora, desde el poder, ignoran.
CpM, PSOE y Cs no pueden alegar desconocimiento, pues se sentaron en esas mesas desde las que pedían soluciones y llegaron a usar este tema para hacerse la foto, como hizo Gloria Rojas, subiéndose a una bici “para conocer la realidad de los ciclistas” poco antes de las últimas elecciones. También Eduardo de Castro solía ir a las pedaladas mensuales que se organizaban antaño, pero desde que es presidente y máximo responsable de la Policía Local, nada ha hecho por cambiar las cosas en este ámbito aun teniendo en su mano todas las herramientas para poder hacerlo. Quizá su interés no fuera ese, sino rascar votos. Una pose, en definitiva, que cada día que pasa es más patente en nuestros gobernantes mientras los problemas siguen y se agravan.

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