La mentalidad transaccional y el nuevo orden económico

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En la era Trump, la política económica de Estados Unidos ha estado marcada por una visión transaccional del comercio y la geopolítica. El presidente Donald Trump ha sido durante la mayor parte de su vida un desarrollador inmobiliario, buscando únicamente conseguir el mayor beneficio de cada una de sus transacciones. El empresario Elon Musk percibe que cada coche que vende la competencia es un coche que él no vende y que cada trabajador que pueda eliminar es un salario menos a pagar, sin tener en cuenta consideraciones como, por ejemplo, la eliminación en ‘X’ de los dedicados a comprobar la veracidad de lo publicado. En términos simples, ven los acuerdos comerciales no como mecanismos de cooperación a largo plazo, sino como contratos de suma cero, donde una parte gana y la otra pierde. En un contexto globalizado, estas estrategias han generado fricciones y han modificado el orden económico.

 

¿Por Qué Comercian los Países? La Teoría de la Ventaja Comparativa.

Desde principios del siglo XIX, con David Ricardo, los economistas han defendido la teoría de la ventaja comparativa como la base del comercio internacional. En términos sencillos, cada país se especializa en la producción de bienes en los que tiene mayor eficiencia relativa y comercia con otros países para obtener productos en los que tiene menor eficiencia. Esto genera un beneficio mutuo y permite el crecimiento económico global.

Un ejemplo clásico es el del comercio entre Estados Unidos y México. Estados Unidos tiene una ventaja comparativa en la producción de maquinaria y software avanzado, mientras que México tiene costos laborales más bajos y se especializa en la manufactura de automóviles y textiles. Si ambos países se concentran en lo que hacen comparativamente mejor y comercian entre sí, la eficiencia económica general aumenta, beneficiando a ambas economías.

Otro caso es el de Francia y Brasil. Francia posee una ventaja comparativa en la producción de vinos de alta calidad debido a su clima y tradición vitivinícola, mientras que Brasil, con su clima tropical y vastos recursos agrícolas, se especializa en la producción de café. Si cada país exporta su producto estrella y compra del otro aquello que le resultaría más costoso producir internamente, ambos obtienen más bienes a un menor costo.

Sin embargo, la administración Trump ha puesto en entredicho este principio al argumentar que, en la práctica, los acuerdos han beneficiado desproporcionadamente a ciertos países a expensas de Estados Unidos. «Hemos sido los tontos del mundo», ha afirmado Trump, justificando su política arancelaria y de renegociación de tratados.

 

El Rol de la OMC y su Actual Crisis.

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el comercio internacional se ha estructurado sobre un sistema de acuerdos multilaterales que, a pesar de sus imperfecciones, han garantizado estabilidad y crecimiento. La Organización Mundial del Comercio (OMC) ha sido el principal garante de este sistema. No obstante, la política del actual gobierno estadounidense puede debilitar el rol de los acuerdos multilaterales, llevando a la proliferación de acuerdos bilaterales y zonas de influencia comerciales, y generando fragmentación económica. Los aliados tradicionales de Estados Unidos pueden verse forzados a adoptar medidas en la defensa del libre comercio, lo que puede conducir a una etapa de mayor confrontación comercial entre ambos bloques.

A largo plazo, esta fractura podría favorecer a China, que ha intensificado su liderazgo económico en Asia y otras regiones. Paradójicamente, la política de aislamiento comercial de Estados Unidos podría acelerar la consolidación de un sistema multipolar en el que Washington tenga menor capacidad de influir.

 

Aranceles: Definición, Ventajas e Inconvenientes.

Un arancel es un impuesto aplicado a bienes importados con el objetivo de encarecerlos y fomentar la producción nacional. Si bien los aranceles pueden proteger industrias locales, también pueden generar distorsiones y represalias comerciales.

Entre las ventajas de los aranceles se encuentra la protección de sectores estratégicos -debemos producir lo que necesitamos para la seguridad nacional, sin importar el coste-; la creación de empleo en industrias locales; la generación de ingresos fiscales y la reducción de la dependencia externa en bienes esenciales.

Entre los inconvenientes de los aranceles nos encontramos el aumento de precios para consumidores y empresas; la reducción de la competitividad global de la economía; las probables represalias de otros países afectando las exportaciones propias y la fragmentación del comercio mundial con la consiguiente reducción del crecimiento económico.

La afirmación de que los aranceles los pagan los exportadores es generalmente falsa, ya que tan solo se produciría en economías que subsidian la exportación, como podría ser el caso de China. Los aranceles, en el ámbito occidental, son generalmente repercutidos en el precio final de las mercancías en el país importador.  Se calcula, por ejemplo, que el precio medio de un coche producido en Méjico podría subir unos diez mil dólares al ser vendido en Estados Unidos.

El influyente Wall Street Journal describió las incursiones arancelarias iniciales de Trump contra Canadá y México como «La guerra comercial más tonta de la historia».

 

Vuelta al pasado económico.

Trump justifica muchas de sus actuaciones económicas con su deseo de obtener una reindustrialización de los Estados Unidos. Este deseo parece contradecir un hecho innegable. Todos los países ricos en el mundo se han dirigido hacia economías donde el valor del sector servicios es cada vez más grande en relación con el del sector manufacturero. En Estados Unidos, los servicios representan más del 80 por ciento de todos los empleos no agrícolas. La manufactura es menos del 10 por ciento. Las exportaciones distintivas de Estados Unidos al mundo son software y servicios de software, entretenimiento, servicios financieros y otras cosas intangibles similares y, en ellas, Estados Unidos no tiene un déficit comercial, sino un superávit con el resto del mundo.

Por ejemplo, la fabricación de unos tenis puede costar 25 o 30 dólares. El valor añadido está en el diseño, marketing y ventas, lo que permite venderlo por 100 dólares. Los trabajadores del sector servicios ganan más que los del sector productivo y los márgenes comerciales son mucho mayores.

 

Conclusión.

La nueva política económica estadounidense amenaza con generar una reconfiguración del comercio global. Mientras que la administración Trump defiende la idea de que los aranceles fortalecerán la economía nacional, la realidad parece demostrar que las consecuencias pueden ser mucho más complejas. América del Norte ha experimentado tensiones internas, Europa ha buscado diversificación comercial y la OMC ha sido debilitada.

A largo plazo, la fragmentación del comercio internacional podría beneficiar a potencias emergentes como China, mientras que Estados Unidos corre el riesgo de perder influencia en el sistema global que ayudó a construir.

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Gonzalo Fernández

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