¿Cómo se ve Melilla desde el Muelle?, tal vez con el letargo de quien se despereza a la luz de levante o como antigua voz del viento que trae hasta nosotros el polvo rojizo del mineral del Uixan mientras suena la sirena del correo apenas da la vuelta al faro. La empresa melillense, Carmelo Martínez Rodríguez, cumple cien años, de un sueño que hizo posible el fundador que le dio nombre allá por 1915.
Emigrante que, como tantos otros, llegó a una Melilla en expansión que demandaba manos para su desarrollo y que supo pasar desde carromatos de mulas que llevaban mercancías a los almacenes a paquebotes, motoveleros de pequeño tonelaje, buques mercantes de carga y pasaje con productos a granel. Eran tiempos en el que en los rótulos de las tiendas se podía leer, Ultramar, y donde en los costados de los barcos pendían unas redes por las que los obreros trepaban con pesados capazos hasta cubierta. José Luís Martínez Canovaca, ha visto muchos amaneceres sin cerrar un ojo a pie de dique mirando la mar mientras pedía buena travesía para la llegada de las mercancías. Y empezó a consolidarse que Melilla sería nula sin el puerto según la visión de Cándido Lobera. Como explicó en Melilla el profesor Mario Carranza en su conferencia del pasado viernes, la empresa familiar tiene que ser un sueño futuro compartido. Martínez Canovaca supo hacerlo realidad con su gran capacidad de trabajo, con su profesionalidad desde los valores aprendidos y trasmitidos en su obra empresarial, con los contactos imprescindibles con ese Rif circundante, además de su impronta en esta Ciudad a través de organizaciones empresariales, llegando a ser Agente Consular de Francia y el primer civil nombrado Presidente de la Junta de Obras del Puerto. Un pilar fuerte en su vida ha sido siempre su mujer, Conchita, su apoyo y comprensión hizo posible llevar a cabo su trabajo. Fue capaz de crear un ambiente de familia entre todos los que componían su equipo, Ángel, Cándido, Maña, Ricardo y el siempre inolvidable, José García (Pepillo), trabajador de Carmelo Martínez Rodríguez durante cincuenta años. Melilla jamás dio la espalda al mar, de él como siempre vino el progreso. Marinos que arribaban al abrigo de un puerto desde Polonia, Holanda, Alemania y que fueron recopilados por Pepillo, en una colección de sellos de todas las cartas que se recibían para las tripulaciones de los barcos. La tercera generación de esta familia empresarial dirigida por José Luís vino con Juan Antonio, Carmen, Javier y Rocío Martínez Lázaro, que tomaron el testigo de su padre, diversificando el negocio a la promoción inmobiliaria, donde también trabajó, Carmelo. Ya existe otra cuarta generación que aporta trabajo y esfuerzo. En 1997 crean una nueva empresa Total Logistic Services, S.L. con sede social en Melilla para empezar en solitario la actividad de carga fraccionada desde Península. En 1998, cambiaron su rumbo al lograr convencer a la naviera líder de portacontenedores, MAERSK, en unir Melilla con el mundo. Carmelo Martínez Rodríguez, formáis parte de la historia de esta Ciudad al apostar por ella. ¡Enhorabuena por los primeros cien años!
