Están allí. Sobre la colina que sirve de mirada a la ciudad. Un otero despejado para aclarar distancias y neblinas de fondo. Están allí. Cada día. Cada minuto. Cada instante de día y cada instante de noche. Sus lunas de descanso son aristas iluminadas y tienen en sus pechos aire de los pinares. Curtidos por el mediodía de un sol a campo abierto.
La Legión vive como la brisa, que apenas se nota y sin embargo ayuda a la mañana a despertar con la ilusión y la paz del nuevo día. Los he visto hacer de la fuerza un acto de servicio. Suben como Cristos la calle del deber. Son cuerpos transfigurados que entonan latitudes más allá del cansancio. Sus héroes no existen. Son hermanos caídos en la paz de la guerra. Porque mueren en la paz aunque mueran en la batalla. No son mercenarios ni aventureros. Son guardianes de la vida y de la dignidad. De las puertas abiertas y los campos trabajados. Del niño que atesora en la escuela y del hombre que labora en sus manos un canto hacia el progreso. Cada mañana en el patio declaran su razón al cielo abierto: “Ante todo y sobre todo, siempre Dios”…
Y desde ahí parten hacia un riesgo de hermandad y sacrificio. Y se superan en nosotros los que a veces los vemos entre las sombras. “Por encima de mi vida y de mis intereses: España. La Patria en mi confía. Me hare digno de ella.”
Pobres desde la cuna. Un cobijo de brazos entrelazados y una postura rígida ante el mundo. Valer y valor. Y son, sencillamente humanos. “A mi familia tanto como a mi Patria”…
Jamás la separaron. La Patria es la familia. La familia inmortal que vence al tiempo…
Mi madre con 95 años, me contaba, que aquellos días de julio de 1.921 fueron terribles para una ciudad, que había quebrado sus defensas en Monte Arruit. Mujeres, ancianos, niños, asustados veían venir carros, camionetas, incluso soldados a pie, heridos y maltrechos que huían a la desbandada de aquel callejón sin salida en que el General Silvestre les metió en Annual. Pasaban las horas y los rumores se acrecentaban… Los moros saqueaban Nador… Estaban en la Segunda Caseta. Una población totalmente indefensa,- ya que su guarnición militar había sido casi extinguida en aquellos barrancos y desfiladeros-, refugiada en la Ciudad Vieja y en el muelle, esperaba un milagro. Ese milagro fueron los Regulares y sobre todo los Tercios, que desde Ceuta acudían presurosos a dar su vida en defensa de todas aquellas familias que un día vinieron a Melilla en busca de mejor fortuna… por eso, al recordar de nuevo que el día 20 de Septiembre, la Legión celebra su aniversario, quiero llevarle desde aquí mi agradecimiento y respeto en nombre de una ciudad que no olvida su historia, ya que ella es la principal razón de su existencia. Buenos días siempre
