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La historia tiende a repetirse, también en Melilla

El despotismo es distinto de la arbitrariedad. Lo legal puede coincidir, o no, con lo legítimo. Por ejemplo, los gobiernos español y melillense son legales, pero no son legítimos, porque muchos electores fueron engañados por una propaganda electoral falsa, unas promesas incumplidas. El despotismo puede ser legal, pero la arbitrariedad es un acto contrario a la justicia, dictado solo por voluntad o capricho de su autor sin razonamiento suficiente y sin explicación bastante. Por ejemplo, lo que hacen Pedro Sánchez, en Madrid, y Castro, en Melilla. Ahora padecemos un despotismo arbitrario.
Es difícil erradicar la arbitrariedad de los poderes en las democracias modernas vía el consenso blando, que Tocqueville define como ‘el poder que ejerce la mayoría sobre el pensamiento’, en el que veía el fundamento de los nuevos despotismos (Jon Juaristi, en el ABC). Pero sí es posible entender, cada día que pasamos confinados lo entendemos mejor, que el verdadero objetivo que persiguen nuestros actuales gobernantes “no es reducir la pobreza, sino perpetuarla, creando más ciudadanos dependientes de la asistencia pública” (Daniel Lacalle, en su nuevo libro, “Libertad e igualdad”). El objetivo, ya indisimulado e indisimulable, es captar más votantes rehenes, más votos para los partidos comunistas.

Pero ya el consenso blando se está empezando a romper. Hasta la Confederación de Empresarios de España, por fin, ha gritado ¡basta ya!, a propósito del intento sanchista-comunista-etarrista de derogar la reforma laboral, un suicidio económico para los españoles, pero un paso que el comunismo necesita en su propósito de perpetuar la pobreza y que todos los ciudadanos, hambrientos, dependamos del Komintern, de la dictadura del proletariado, del capricho del gran y único líder absoluto, Pablo Iglesias.

El diputado melillense, Fernando Gutiérrez, envía por Facebook un resumen del llamado Plan B del PP, un plan de cuatro puntos para activar España: 1º) Un pacto de Estado Cajal por la sanidad. 2º) Protección del empleo con más liquidez a PYMES y autónomos. 3º) Reducción de impuestos y burocracia. 4º) Pago inmediato de todos los ERTE. Es un buen plan, sensato desde el punto de vista económico y social, pero, como era de esperar, el gobierno comunista está aplicando todo lo contrario: no hay pacto sanitario; no hay protección -sino trabas- hacia PYMES y autónomos; los impuestos/atracos y la burocracia aumentan; la mayoría de los ERTE no se pagan. La dictadura del proletariado avanza. Ya no vamos a terminar como el admirado ejemplo financiador de Iglesias, Venezuela, porque ya somos Venezuela.

La historia tiende a repetirse, también en Melilla. Es curioso, pero resulta que hace 20 años el presidente de Melilla era Mustafa Aberchán. Es muy interesante leer nuestra diaria sección de MELILLA HOY hace 20 y hace 25 años. Hace 25 años el alcalde -no había presidente entonces- era Ignacio Velázquez, entonces del PP, y se quejaba de los ataques de todos los partidos contra el PP; el peligro, decía Velázquez, era que se unieran PSOE, UPM (presidido entonces por Juanjo Imbroda) y CpM (presidido, como ahora, por Aberchán), en un “frente antipopular” para hacerse con la Presidencia de la Ciudad, como más tarde ocurrió, tras negarse Velázquez a dejar la presidencia, pudiendo haber evitado así la moción de censura que le echó de la presidencia a él y a su partido del gobierno. Años más tarde, hace 20, el presidente era Mustafa Aberchán, al que Arturo Estaban -del PP y recién nombrado delegado del Gobierno en Melilla- “tendía la mano buscando una vía de diálogo a la crisis por la que atravesaba la Asamblea con un gobierno en minoría”. Poco después Aberchán perdió la presidencia.

Posdata
Ahora está de moda atacar a Juanjo Imbroda. Por eso y para ir contra corriente, destaco que acierta cuando declara (ver MELILLA HOY del jueves): “Me parece mal que desde hace un año el Gobierno de la Ciudad esté ahogando a los medios de comunicación, porque apenas contratan publicidad … quieren que se mueran, que cierren y que no haya testigos de la gestión del Gobierno”. Por cierto, hay datos estadísticos fiables publicados y suficientes para saber quién es quién en los medios de comunicación melillenses. Datos, no falacias.

Enrique Bohórquez López-Dóriga

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La historia tiende a repetirse, también en Melilla

Enrique Bohórquez López-Dóriga

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