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La Guerra de Ucrania y las reticencias occidentales. Slava Ukraini

La guerra en Ucrania fue iniciada por las ambiciones expansionistas de Rusia, sin que mediara provocación alguna. Ya escribimos que, al principio de la Segunda Guerra Mundial (1939), también Alemania parecía tener ambiciones expansionistas limitadas, en la búsqueda de los recursos que le permitirían alcanzar un equilibrio vital, como nación más o menos autosuficiente (Lebensraum). La experiencia demostró que la naturaleza humana, y la de los estados, difícilmente se contenta con lo que ya tiene y está en una búsqueda permanente de aumentarlo con lo que otros tienen, si lo consideran posible.
Obviamente no es tan solo Alemania quien así actuó o actúa. Marruecos, en busca del gran Marruecos que ambiciona, ya se anexionó de facto en 1975 la antigua provincia española del Sahara Occidental; desea obtener partes de Mauritania y de Argelia; y, por supuesto, las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, lo que no se abstiene de anunciar.
Los Estados Unidos, aprovechando entre otras cosas el declive y muerte del imperio español, a finales del siglo XIX, se apropiaron, por las buenas o por las malas, de Alaska, de la Florida, de Cuba, de buena parte del entonces norte mejicano, de Puerto Rico y de las Islas Filipinas, así como de otros muchos otros territorios menores.
Francia, en 1871, por la paz de Versalles, debió ceder a Alemania (Prusia en ese momento) la Alsacia y la Lorena, que estaban bajo su soberanía desde 1648. En 1918, una vez finalizada la Gran Guerra, la Alsacia y la Lorena volvieron a Francia, para caer de nuevo en manos alemanas durante la II Guerra Mundial. Al término de ésta, fueron reintegradas definitivamente a Francia gracias al esfuerzo y sangre de los Estados Unidos, que las recuperaron. Cabe aquí hacer dos precisiones: La primera es que la palabra definitivamente jamás debiera ser usada en un contexto geopolítico, o humano también, como se demuestra de una lectura mínima de la historia y de la observación de la vida a nuestro alrededor; la segunda es que la muy abundante sangre estadounidense derramada en Francia -solo hay que visitar los cementerios de soldados de ese país en Normandía, para comprobarlo- parece haber sido olvidada por buena parte del pueblo francés y de otros europeos.
China, en octubre de 1950, envió sus tropas al Tíbet y ocuparon la ciudad fronteriza de Chamdo, aislando a las autoridades nacionales tibetanas. El dalái lama, líder tibetano que tenía entonces 15 años, fue obligado a firmar el documento que oficializó la anexión del territorio. Ahora China está amenazando con invadir Taiwán, alegando que es parte de China y en contra de la voluntad del pueblo taiwanés. Algo así como si España reclamara Méjico o los Países Bajos, porque en su momento fueron parte del imperio español.
Olvidando voluntariamente todo lo anteriormente escrito así como innumerables, realmente innumerables, otros ejemplos que pudiéramos citar, empiezan a aparecer voces, cada vez con mayor intensidad que, dirigidas por la estulticia, la cortedad de miras, la ambición, el interés, la mala praxis política, todas o varias de ellas u otras no mencionadas, se niegan a aceptar la realidad histórica y afirman que sería deseable, a corto plazo, obtener una paz en Ucrania mediante acuerdos diplomáticos.
Incluso publicaciones tan prestigiosas, en el ámbito de las relaciones internacionales, como RAND defienden esa tesis, eso sí, aclarando que lo que escriben es desde el punto de vista de los intereses de los Estados Unidos. Sorprendentemente, una personalidad de la diplomacia mundial, como Henry Kissinger -de origen judeo-alemán y ahora de 99 años de edad- apoya esa malvada, ilegal y nada ética posición.
Quienes eso afirman, afirman al mismo tiempo que la invasión rusa y la muerte y destrucción que han causado se verían de alguna manera recompensados, no solo al no sufrir las graves negativas consecuencias que obviamente se merecen, sino de alguna manera obteniendo beneficios de la agresión. Por ejemplo, anexionándose mediante acuerdo la Península de Crimea, que obtuvieron por la fuerza en 2014; o partes importantes del este del país; o ganando tiempo para ocupar el resto del país dentro de unos cuantos años, cuando ‘las aguas estén más calmadas’. Y luego … aprovechar la oportunidad que se presente en otros lugares.
Olvidan que Europa mide el tiempo en meses o años, pero Asia lo hace en décadas. Olvidan que la guerra está siendo mucho más larga gracias a la heroicidad y habilidad estratégica de los ucranianos y de la capacidad de sufrimiento de su pueblo. También, obviamente, a la ayuda en inteligencia, entrenamiento y armas de occidente.
Pero imaginemos, por un momento que, tras las primeras semanas de la guerra, cuando ya el pueblo, el gobierno y el ejército ucraniano habían demostrado sobradamente su voluntad de vencer en la guerra, los países occidentales hubieran empezado a entrenar a las fuerzas ucranianas en el uso de materiales que ahora se les están entregando y se les hubieran proporcionado en la cantidad adecuada y con el apoyo logístico preciso. Muy probablemente la guerra estaría ya decidida a favor de Ucrania. Y se podría estar hablando de conferencias de paz, pero ahora sí con beneficios para el agredido y perjuicios para el agresor.
El ‘goteo’ de armamento, en cantidad y calidad, ha servido para que los países occidentales se cubrieran las espaldas, tratando de no ‘provocar’ demasiado al oso ruso. Se podría argüir que occidente no tiene la obligación legal de defender a Ucrania, quizás tan solo debería hacerlo desde el punto de vista ético o moral. Pero incluso esa buenista premisa es falsa. En el Memorándum de Budapest sobre Garantías de Seguridad, los países signatarios pedían a Ucrania -entonces tercera potencia nuclear mundial- que entregara todas sus armas nucleares y sus misiles balísticos a Rusia y a cambio ofrecían garantías de seguridad. Ucrania cedió a Rusia 5.000 bombas nucleares y 220 vehículos de largo alcance necesarios para usarlas, incluyendo 176 misiles balísticos intercontinentales y 44 aviones bombarderos de gran alcance con capacidad nuclear. El memorándum fue originalmente suscrito por tres potencias nucleares: Rusia, Estados Unidos y Reino Unido. Más tarde China y Francia efectuaron análogas declaraciones individuales de garantía.
La situación legal, según el derecho internacional, es que Rusia ataca a Ucrania, el país al que había firmado daba garantías de seguridad y los demás países firmantes ‘se ponen de lado’ y ayudan con reticencias. Lo que están haciendo Estados Unidos, Reino Unido y Francia es nada más que cumplir con lo legalmente acordado, pero poco, tarde y mal. De China, ni hablemos.

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Gonzalo Fernández

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