Tenía conocimiento por mediación de un familiar de lo ocurrido este año en algunas casetas instaladas en el recinto ferial, esas que, según les convenía, dejaban entrar o no lo permitían a algunos jóvenes, pero pensé que sería un hecho aislado y no le quise dar más importancia. Pero he aquí que, según publicada este Diario en su edición del sábado día 5, tres casetas, con nombres y “apellidos”, fueron denunciadas ante la Oficina del Consumidor de la Ciudad Autónoma por impedir la entrada en ellas, sin NINGUNA JUSTIFICACIÓN, a jóvenes de distintas edades, incumpliendo, según el viceconsejero de Festejos, Francisco Díaz, la normativa establecida. ¿No quedamos, hace de esto bastantes años ya, que estaba abolido aquello que se denominó “derecho de admisión”…? Tengo entendido que sí se puede prohibir el acceso a un local público a quién o quienes acudan a él en condiciones de embriaguez, de aspecto sospechoso, “gentuza” a la que se le ve venir con propósito de un mal comportamiento, pero ese “aquí entra quién a mi me dé la gana” como han hecho las casetas denunciadas, eso ya es no respetar la normativa establecida y, por consiguiente, deben ser sancionadas según establece la ley. Es más, máxime si es cierto, como me informó ese familiar, en alguna de ellas o en las tres, había que adquirir una entrada, al precio de cinco euros.
No voy a entrar en la forma de proceder de dos de dichas casetas. Eso corresponde al organismo receptor de las denuncias, pero sí en lo que respecta a una de ellas, la denominada Asociación de la Prensa-Luz de Gas. ¿Cómo es posible, Sr. Presidente y miembros de la junta directiva de la Asociación de la Prensa que, posiblemente por un puñado de cuartos se presten a ese negocio y, lo que es peor, hayan permitido lo ocurrido hasta el extremo de, la Asociación, haber sido denunciada por un proceder comercial totalmente ilegal como bien ha explicado el viceconsejero de Festejos, Francisco Díaz? Me duele porque, aunque ya apartado de la profesión por motivos de la edad, sí me siento vinculado a la Asociación por los años que he pertenecido a ella, como secretario, como tesorero y, hasta la fecha, sigo siendo socio de Honor y como tal no me parece bien lo ocurrido, hasta tal punto de ser denunciada por un proceder ilegal, motivo que ha dado lugar a estas líneas de crítica. ¡Maldito parné!
