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La corrupción y la actitud ante ella

La corrupción es un fenómeno complejo y perjudicial que afecta a varios sectores de la sociedad, incluyendo la política y el deporte. Ambos son áreas en las que se han detectado casos de corrupción en distintos países y en diferentes niveles de gobierno o administración.

La corrupción en la política es un problema serio que socava la integridad del sistema democrático y la confianza de la ciudadanía en sus representantes. Los casos de corrupción en la política implican a menudo el abuso de poder, la malversación de fondos públicos, el nepotismo, el soborno y otros actos ilegales o éticamente cuestionables. En España, uno de los partidos políticos que ha enfrentado más acusaciones de corrupción en los últimos años es el PSOE (aunque el PP tampoco se ha quedado corto), curiosamente el partido que, junto con los comunistas de Podemos y sostenido por los nacionalistas vascos y catalanes con el apoyo de los proetarras de Bildu, nos mal gobernará hasta final de 2023. Esperemos que acabe ahí el camino de este gobierno mentiroso y empobrecedor de ciudadanos.

Entre las muchas investigaciones por corrupción a las que se ha enfrentado el PSOE en los últimos años cabe destacar, por su impresionante volumen, la de los ERE (Expedientes de Regulación de Empleo) en Andalucía (de acuerdo con la primera sentencia de esta «macrocausa», el fraude realizado en el periodo comprendido entre los años 2000 y 2009 asciende a un total de 680 millones de euros.​ No obstante, a falta de cuantificar el año 1999 y los ejercicios 2010 y 2011, se estima que dicha cantidad puede alcanzar los mil millones de euros), donde se descubrió un sistema de corrupción que involucraba el desvío de fondos públicos destinados a ayudas a desempleados y empresas en crisis. Varios miembros destacados del PSOE en Andalucía fueron condenados por malversación de fondos públicos y otros delitos relacionados.

Los casos de corrupción en el PSOE, junto con sus múltiples mentiras e impuestos, han dañado la imagen del partido y han llevado a la condena de varios de sus miembros. Algo parecido, a menor escala aunque muy mediatizada por los medios de comunicación afines a Pinocho Sanchez, ha sucedido con el PP con sus casos Gürtel o Comunidad Valenciana. Todo ello ha minado la confianza de la ciudadanía en la clase política y ha generado un creciente descontento y demanda de mayor transparencia y rendición de cuentas en el sistema político.

Por otro lado, la corrupción en el deporte también es un problema que ha afectado a nivel mundial a diversas disciplinas deportivas. La corrupción en el deporte puede involucrar el soborno, el amaño de partidos, el dopaje, la manipulación de resultados y otros actos ilegales que socavan la integridad de la competición deportiva y la confianza del público en los atletas y las instituciones deportivas.

Un ejemplo destacado de corrupción en el deporte (de una gran gravedad, al ser un organismo regulador) es el caso de la FIFA (conocido como FIFA Gate), la federación internacional de fútbol, que se vio envuelta en dos investigaciones: La primera investigación fue iniciada por la fiscalía de Nueva York (en el año 2011), por el supuesto pago de sobornos de más de cien millones de dólares a dirigentes de la FIFA a cambio de que ciertas firmas recibieran los derechos de transmisión, publicidad y auspicio de torneos futbolísticos en EE.UU., América Latina y el Caribe, aunque se presumía que había actos de corrupción desde hace más de 24 años.

La segunda investigación judicial es dirigida por el Ministerio Público de Suiza, que la inició en noviembre de 2015 a petición de la propia FIFA por sospechas de gestión desleal en la compra de votos y lavado de dinero en relación con la elección de las sedes de las Copas del Mundo de 2018 en Rusia y 2022 en Catar. A pesar del conflicto no habrá reedición en las votaciones.  

El último y sangrante caso de corrupción en el deporte lo tenemos en España con el “caso Negreira”. Se trata de la investigación sobre los pagos que, durante años, hizo el Barça al que fuera vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros (CTA), José María Enríquez Negreira. La Fiscalía Anticorrupción la asumió el pasado 14 de marzo y acusa al club catalán de haber destinado más de siete millones, entre 2001 y 2018, en busca de favores arbitrales. Los hechos podrían ser constitutivos de un delito continuado de corrupción en los negocios en el ámbito deportivo, un delito continuado de administración desleal o un delito continuado de apropiación indebida, así como un delito continuado de falsedad en documento mercantil.

El actual presidente de la UEFA, el malencarado y resentido (por la participación del FC Barcelona en el intento de crear la Superliga europea) Ceferín, ha dicho recientemente: “A juzgar por lo que estoy informado, la situación es excepcionalmente grave. Tan grave, que me parece que se trata de uno de los casos más graves en el fútbol desde que me ocupo del mismo”.

No sorprende a nadie la existencia de la corrupción en todos los ámbitos de nuestra vida. Dónde se mueve mucho dinero suele haber corrupción. Parece imposible de erradicar porque las personas pueden verse inmersas en ella por muchas y variadas motivaciones: poder, dinero, necesidad, envidia, etc. Pero debemos combatirla para que no se convierta en algo bien visto o en algo generalizado.

¿Cómo combatir la corrupción? En primer lugar, debe cambiar la actitud general ante ella, es decir, debe condenarse y perseguirse con independencia de su procedencia (no vale que sea mala si es del adversario político o menos mala si la hacen “los míos”); En segundo lugar, no se debe excusar con pretendidas persecuciones mediáticas oscuras.

A los dirigentes del PSOE o PP (o de otras formaciones como Podemos) que fueron pillados con “el carrito de los helados” (habría, aunque es difícil, intentar llegar a las cabezas pensantes) se les debe aplicar la ley sin peros. También a los deportistas y/o dirigentes deportivos que corrompieron su deporte.

Como ejemplo: Laporta debería, como medida previa, dimitir como presidente del FC Barcelona de forma inmediata y dejar de esconderse detrás de persecuciones mediáticas o “desde Madrid”; una vez fuera del club al que ha traicionado, deberá (al igual que los otros presidentes que consintieron los pagos a Negreira) asumir las consecuencias penales y civiles de lo que hizo/hicieron.

Lo mismo se puede decir de los implicados en los casos de corrupción del PSOE, PP, Podemos, etc. Si la corrupción sólo es mala cuando la emplea el rival político, entonces entra en vigor la peligrosa frase de “el fin justifica los medios” (atribuida a Nicolás Maquiavelo).

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