Carta del Editor MH, 9/10/2024
Enrique Bohórquez López-Dóriga
La compulsiva voluntad de mentir
Caos sanitario en Ceuta y Melilla, artículo del diario La Razón, el 5/10, que copio literalmente: “Si algo caracteriza al Gobierno de coalición del PSOE y Sumar, es su compulsiva voluntad de mentir en prácticamente todos los ámbitos de su acción pública. Negar la realidad que ponga en evidencia sus políticas o refrende sus fracasos se ha convertido en un hábito. La crisis endémica del servicio de salud en Ceuta y Melilla, el único que depende directamente del Ministerio, es buena prueba de esa conducta. Que la Unión Europea haya tachado a la sanidad de las ciudades autónomas como la peor de España y una de las más deficientes de la Unión Europea no ha sido óbice para que la ministra Mónica García niegue la mayor y ponga el compromiso y el esfuerzo en medios materiales y humanos de su departamento como referente en el Estado. Las cifras, las ratios y las estadísticas retratan la emergencia que sufren los pacientes y los profesionales. El desdén de García es otra de las razones que la incapacitan para el puesto”.
Si algo caracteriza al Gobierno de coalición del PSOE y Sumar, es su compulsiva voluntad de mentir en prácticamente todos los ámbitos de su acción pública. Negar la realidad que ponga en evidencia sus políticas o refrende sus fracasos se ha convertido en un hábito
Yo no sé, nadie puede saber – el futuro siempre es incierto y deberíamos reconocer que solo sabemos que no sabemos nada, como dijo Sócrates- si, transferidas las competencias de Sanidad del Gobierno Central, sanchista-comunista-separatista, al Gobierno Local, Ciudad Autónoma, la sanidad melillense, y la ceutí, mejorarían o no. Pero lo que es absolutamente seguro es que hacerlo peor de lo que lo hace el ministerio de Sanidad, con la ministra Mónica García ahora a la cabeza, es absolutamente imposible. Como lo es, imposible, superar esa “compulsiva voluntad de mentir en prácticamente todos los ámbitos de su acción pública” que el Gobierno sanchista demuestra una y otra vez, inasequible al malvado desaliento.
Nadie puede saber si, transferidas las competencias de Sanidad del Gobierno Central al Gobierno Local, la sanidad melillense, y la ceutí, mejorarían o no. Pero lo que es absolutamente seguro es que hacerlo peor de lo que lo hace el ministerio de Sanidad es absolutamente imposible
La situación de la economía española -y no digamos de la melillense, en la que el peso de la Administración Central es mucho mayor de lo que se acostumbra creer- es muy parecida a la de la sanidad local. Nuestro Semanario QUEZ destacaba, el domingo pasado, que “transcurrido casi un año desde la aprobación de la primera Ley de Vivienda de España por parte del ejecutivo de PSOE y Podemos, se pueden observar los desfavorables efectos resultantes. Las premisas principales de esta legislación incluían privar a los propietarios del derecho a alquilar sus inmuebles a su discreción, facilitar la ocupación al dificultar los desahucios, regular los precios de alquiler y aumentar aún más los impuestos sobre los propietarios de viviendas. Como consecuencia, la oferta de alquiler ha descendido drásticamente y los precios se han disparado. El alquiler, ya de por sí difícil en España, se ve ahora amenazado por nuevas medidas propuestas por la izquierda, que profundizarían en los problemas actuales”.
En cuanto a la economía en general, creo que es cierto lo que resaltó el domingo nuestro Semanario QUEZ y podemos concluir que “sí (con acento) los españoles ven mermado su poder adquisitivo por la inflación y el IRPF; sí se destruye trabajo; sí crecemos con endeudamiento; sí empeoramos en productividad; sí nos distanciamos de la convergencia con Europa; sí se eliminan empresas; sí hay más individuos en riesgo de pobreza o carencia material severa; sí es cierto que la clase media se reduce, que los jóvenes pierden sus empleos, que uno de cada cuatro empleos son del sector público, que la inflación sigue siendo superior a países como Francia e Italia y que diariamente soportamos una mayor presión fiscal».
El fútbol es el circo moderno. Los gobiernos quieren mantener a la población tranquila, domesticada, uniformada. Aspiran a ganar poder político a través del populismo. Y lo triste es que lo consiguen, según podemos comprobar y sufrir
Pan y circo
Siempre nos queda el triste recurso de volver a aquello del “panem et circenses”, frase atribuida a Juvenal, un poeta romano que la utilizó para describir a la gente común y sus necesidades básicas de comida (pan) y entretenimiento (circos). Tenemos nuestro pan y circo de hoy. Veo los estadios de fútbol, este fin de semana, como todos. Como cualquier otro día festivo o próximo a serlo, veo estadios llenos de gente, la mayoría gritando, saltando, gesticulando, bufaneando, lanzando -a veces- objetos al campo, la mayoría vestidos, uniformados con las mismas camisetas, las de su equipo. Es el actual circo romano. El pan se da por supuesto que no es necesario, ya que todo el mundo lo tiene. El fútbol es el circo moderno. Y un trasfondo muy claro, cada vez más claro: los gobiernos quieren mantener a la población tranquila, domesticada, uniformada. Aspiran a ganar poder político a través del populismo. Y lo triste es que lo consiguen, según podemos comprobar y sufrir.