Son muy numerosas las personas que convierten la primera comida del día en los establecimientos de la hostelería melillense en algo insustituible, ya que sentarse en una terraza cuando la climatología lo permite o en el interior cuando arrecia la lluvia o el viento, frente a un humeante café, tostada y zumo o cualquier otra variedad de las múltiples que ofrecen los desayunos, es un gran placer. Y si viene acompañado del periódico del día ya no se puede pedir más. Y si no que se lo pregunten a determinados colectivos como el de jubilados o incluso el de aquellos otros que hacen un receso en su jornada matinal.