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La ansiada recuperación del Parque Lobera

El Parque Lobera, como consta en Wikipedia, “recibe el nombre de su fundador Cándido Lobera Girela, que, siendo presidente de la Junta de Arbitrios, creó este parque para evitar la construcción de barracas en su terreno, después de que al término de su construcción en 1927 se llamase Parque Conde de Jordana. En 1978 fue reformado con la construcción de las cascadas, el estanque, las pérgolas, la fuente, el kiosco, el templete y se le añadieron esculturas de Rafael Picazo y en 1993 unas esculturas de Juan Antº Diago. Después de algunos años de abandono y arreglos parciales y de mala calidad, se inició su remodelación con los paseos, estanques, fuentes y otros elementos, para continuar con su vallado exterior y las murallas y foso del Cuarto Recinto Fortificado”.
Después se inició, por razones poco conocidas -si es que hubo alguna razón- un largo período de abandono progresivo del Parque, considerado por muchos melillenses como una joya, un remanso de paz. Un abandono que empezó a terminar, como escribió Paqui Sánchez en nuestro periódico en agosto de 2020, cuando la Ciudad decidió invertir 5 millones de euros para que el Parque Lobera recuperase su “antiguo esplendor”.
Han pasado casi tres años desde entonces y casi un siglo de vida desde que Cándido Lobera (1871-1923, militar, periodista, político y escritor, como le describieron Salvador Gallego y María Rosa Marqués en la biografía que de él escribieron) diera su nombre al Parque, y por fin parece que se va viendo la luz al final de tan larga oscuridad.
Ayer publicamos que el Consejero de Medio Ambiente y Sostenibilidad, el bueno -por lo que tiene que soportar y soporta- de Hassan Mohatar anunciaba que las galerías del Foso de San Carlos “podrán ser visitadas por la ciudadanía en un par de semanas y que su Consejería va a destinar 2,4 millones de euros a un proyecto de ornamentación del Parque que “podría estar en proceso de licitación después de Semana Santa”, con una obra que tendría un plazo de ejecución de “unos 14 meses”.
¡Cuán largo me lo fiais, amigo Sancho!, le dijo Don Quijote a su escudero, y la frase se ha hecho clásica, indicando que cuando se pone un plazo de tiempo muy largo para llevar a cabo alguna acción las posibilidades de que no se lleve a cabo son muy grandes. Eso es lo que hay que temer, en el caso de la más que conveniente revitalización de nuestro querido y añorado Parque Lobera. Hay que esperar y desear que el nuevo Gobierno de Melilla que salga tras las elecciones del 28 de mayo pueda y quiera continuar y terminar con las obras del Parque Lobera, con ese largo “remate final” de “recuperación de elementos fundamentales de antaño” que menciona Hassan Mohatar.

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