La amnistía no es el problema, es el síntoma.

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La Semana. MH, 30/06/2025

Por: J.B.

 

Hay un proverbio chino que dice: “Si un problema tiene solución, no hace falta preocuparse. Si no tiene solución, preocuparse no sirve de nada”. Por otro lado, tenemos una interesante frase de Paulo Coelho: «Cuando atrasamos la cosecha, los frutos se pudren, pero cuando atrasamos los problemas, no paran de crecer.»

¿Qué tienen que ver estas frases con la actual caótica situación de España provocada por Sánchez, el sanchismo y sus compinches?: La respuesta es “mucho”. Pese a lo que dice la primera frase del párrafo anterior, sí que debemos preocuparnos, porque, aunque acabar con Sánchez y el sanchismo (sería sólo el primer paso para solucionar los graves problemas de España) es la clara solución a la degradación general (política, judicial, social, etc.) de España, el proceso (sobre todo si se alarga mucho) puede acabar desangrando a nuestro país y, de rebote, a los españoles.

España necesita (los del PP tampoco son unos fenómenos) que el PSOE se desinfecte del sanchismo.

Si el final del sanchismo se alarga, los daños serán estructurales y costará años (quizás decenios) reparar los múltiples desaguisados del peor político de la democracia española. El PSOE de siempre (los pre-sanchistas) era un partido de Estado (con sus cosas malas y buenas, como el PP) y tenía unos límites que Sánchez ha sobrepasado con creces. El actual PSOE es un partido irreconocible, incluso para muchos de sus militantes más antiguos, que podría desaparecer. España necesita (los del PP tampoco son unos fenómenos) que el PSOE se desinfecte del sanchismo. El proceso debe empezar cuanto antes para que no pase a ser un partido residual (como lo es, por ejemplo, en Melilla).

Los sordomudos defensores a ultranza de Sánchez (lo defenderían, por convicción o conveniencia, aunque lo vieran matando, pistola en mano, a alguien o con los billetes de las mordidas en la mano) no se dan cuenta de que el “pan para hoy” será el “hambre para mañana”. Por poner algunos ejemplos: Las concesiones a los nacionalistas vascos y, especialmente, catalanes, se pagarán con mayor desigualdad y con la existencia de ciudadanos “especiales” de primera (los vascos y catalanes, por mor de la necesidad de Sánchez para mantenerse en la poltrona) frente al resto (el resto de españoles, que serían los de segunda); La amnistía (promovida y aprobada por conveniencia/interés de Sánchez, digan lo que digan los múltiples correveidiles de nuestro presidente) creará inseguridad jurídica y la sensación/convicción de que no todos somos iguales ante la ley (por un lado están los “amigos” de Sánchez y en el otro, el resto de ciudadanos); La normativa sobre vivienda (y la falta total de obra pública nueva) protege a los ocupas (uno de loa caladeros de votos de Sánchez), criminaliza a los propietarios y tiene la consecuencia de una baja y cara oferta de viviendas en alquiler y compra; Los crecientes impuestos (por todo y para todos) hacen que los españoles (y los no españoles residentes en España) cada vez vivamos peor y nuestro poder adquisitivo sea menguante (pese a los buenos datos macro, de cuyo cálculo muchos dudas/dudamos). Hasta los comercios chinos se están empezando a ir (el INE revela que la emigración bruta de ciudadanos chinos va en aumento) a otros países porque España ya no es el paraíso que pensaban; El control de la fiscalía y el pretendido de los jueces, pueden resquebrajar la separación de poderes (la base sobre la que se sustenta una democracia) para siempre y convertir a España en una dictadura encubierta; Lo mismo que el punto anterior se puede decir sobre el afán del gobierno actual de controlar a los medios (mejor será tener a algunos que difundan fake news- a los que siempre se puede demandar ante un juzgado-,  a que se dé el caso de que todos los medios sean controlados/censurados por un gobierno que no respeta la democracia y al que la corrupción le sale por todas partes); etc.

El actual PSOE es un partido irreconocible, incluso para muchos de sus militantes más antiguos, que podría desaparecer.

La amnistía no es el problema, es el síntoma

El estado de derecho es (o debería ser) un principio fundamental en las sociedades democráticas, donde el poder del gobierno está limitado por la ley y todos, incluyendo al gobierno, están sujetos a ella. Implica un sistema en el que las leyes son claras, justas y aplicadas de manera consistente a través de instituciones independientes y responsables.

La amnistía es sangrante por lo que significa: la rendición del estado de derecho ante la conveniencia “del Sánchez” (que dirían en Melilla o Andalucía) para mantenerse en el poder

La amnistía es sangrante por lo que significa: la rendición del estado de derecho ante la conveniencia “del Sánchez” (que dirían en Melilla o Andalucía) para mantenerse en el poder. Poco importa (al menos por el número, insignificante en comparación con el número de delincuentes de España) que se haya dejado irse de rositas a los que delinquieron (todo delincuente tiene su justificación, y la de estos fue el supuesto bien de Cataluña); La amnistía es sólo la gota que colma el vaso de la desvergüenza en pos de un único objetivo: mantenerse en el poder a toda costa y a cualquier precio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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