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La actual frontera, un fracaso evidente

Está a punto de cumplirse un año de la reapertura de la frontera de Beni-Enzar, tras veinticuatro meses de cierre, en primer lugar por la crisis del covid y posteriormente por la crisis bilateral entre ambos países por la acogida en España del líder del Polisario Brahim Ghali para ser atendido en un hospital del coronavirus.

El 27 de mayo está a la vuelta de la esquina y la frontera sigue sin avances. Después de doce meses en los que no se han cumplido dos de los principales compromisos que adquirieron ambos países cuando recuperaron las relaciones, tras el cambio de postura de Pedro Sánchez sobre el Sáhara, la aduana comercial sigue sin reabrirse a pesar del tiempo transcurrido desde la reapertura de la frontera de Beni-Enzar y con ello incumplir un punto crucial en ese acuerdo.

Tampoco ha habido cambios en el régimen de viajeros, que no se cumple, al menos en la parte que va en dirección desde Melilla hacia Marruecos, dado que hasta el momento ningún ciudadano que parta de nuestra ciudad hacia el vecino país puede llevar consigo alimentos, ni productos, ni ningún otro tipo de artículo, dado que, en caso contrario, le será requisado por los aduaneros marroquíes.

Tampoco ha habido avances en la entrada de los nadorenses a Melilla sin necesidad de mostrar visado, lo que influye considerablemente en la menor llegada de visitantes de vecina provincia, para consumir en los supermercados, tiendas de ropa y calzado o en bares, restaurantes y demás sectores económicos de la ciudad.

Ciertamente la reapertura de la frontera el 27 de mayo de 2022 supuso un balón de oxígeno sobre todo para aquellos que tienen familia al otro lado y que ya no tienen necesidad de tomar varios vuelos para cruzar esos cien metros que separan Melilla de Beni-Enzar. Pero más allá de eso, el resto sigue empantanado y sin producirse avances a pesar del año transcurrido. Eso supone un fracaso evidente. Que esperemos se resuelva ante de que se cumpla el primer aniversario y con ello se reabra la aduana, se permita el régimen de viajeros, que los nadorenses puedan cruzar a Melilla sin visado, que los ciudadanos puedan introducir en la ciudad pescado y carne del país vecino sin temor a ser decomisados y demás gestiones que afectan a una frontera que si bien ha dejado de tener las lamentables imágenes del contrabando, en el resto de cuestiones ha supuesto un gran retroceso en comparación a como estaba antes del 13 de marzo de 2020, fecha en la que se cerró con el inicio de la pandemia del covid-19.

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Redacción

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