Mis reflexiones

¿Insultos, ideologías o ideas?

melillahoy.cibeles.net fotos 783 Javi Imbroda WEB

Mientras sigue el interminable goteo de la inmigración ilegal, una noticia que ya dejó de ser clandestina. Ya saben, esto de las tragedias, como la que ocurrió en Ceuta, hace que los focos mediáticos se giren hacia las ciudades autónomas, y ahora entiendan mejor algo que lleva pasando años. Una cuestión que ya no solo reconoce nuestro Gobierno de la Nación, como prioritaria, sino que o Europa se involucra, o nuestras fronteras comunitarias serán producto de una tensión permanente. Mientras, decía, sigue este drama humano y político, y también de orden público, las redes sociales siguen albergando todo tipo de comunicaciones que desde hace un montón de tiempo, superaron las líneas más básicas del respeto y la educación.

Hay auténticos/as especialistas en verter toda la bilis que algunos/as llevan dentro. Ya no son cuestiones de debate sano basado en la crítica a tratar sobre asuntos varios de la vida cotidiana en lo político. Para algunos/as los únicos argumentos son el insulto y la descalificación personal, superando el cutrerío más zafio y burdo que delata, qué clase de persona lo hace, y para otros, tirar de la hemeroteca para señalar o subrayar decisiones o manifestaciones que nada tienen que ver en el actual contexto.

Se produce una curiosa situación en esto de las redes, algunos/as de los activistas más proclives a esto del insulto, no se unen por motivos ideológicos, ni personales, es más entre ellos, jamás se hubieran cruzado una mínima conversación, incluso en algunos casos, se aborrecen cordialmente. Sin embargo, han encontrado un potente nexo, el odio. Una enfermedad del alma. En algún foro han conseguido crear un clima de causa general contra la gobernabilidad de la ciudad. Algunos tienen la convicción. Confío que si finalmente no existen motivos para ello, tengan la misma convicción y el coraje para pedir perdón. De momento, todo el mundo bajo sospecha. Todo el mundo necesitando demostrar su inocencia cada día.

Ya no existe el presunto error administrativo, no, ya todo es delito, corrupción. Ya nadie se puede equivocar, no hay piedad en el error. Vivimos una época de cacería pública, casi todo el mundo dispara, unos lo hacen dando la cara, y otros actúan como francotiradores, apostados y cubiertos bajo seudónimos. Éstos desde la frialdad del escondite, la peligrosidad del que dispara a traición. Melilla no tiene ninguna exclusividad al respecto, pasa en todos los lugares donde la mala leche campa a sus anchas. Lo que ocurre es que en un lugar tan limitado físicamente, se siente mucho más.

Otros políticos, quieren administrar tiempos del siglo XXI con ideologías del siglo XIX. Tal vez algún día descubran que internet no existía hace apenas unas décadas, que esto ha cambiado, que las tecnologías nos obligan a situarnos en vanguardia si no queremos quedar atrás. Las profesiones están cambiando, lo que hace unos años era de una manera muy concreta, ahora ya no vale. Son los inmovilistas los que le molesta tener que remangarse y ponerse en marcha de nuevo, después de todo lo que consiguieron. Es una de las enseñanzas de estos tiempos, hay que formarse permanentemente. Hoy día, casi nada es fijo. No vale solo con obtener un trabajo, el que pueda, sino que debes paralelamente no dejar de formarte, y no solo de nuevo, por conseguir un título más que añadir a tu curriculum, sino para aprender y conocer por dónde se mueve este nuevo mercado laboral, y qué necesidades hay que cubrir. Lograr ciudades más humanas y sostenibles, más limpias. Y lograr sociedades más educadas y cívicas.

Melilla tiene problemas estructurales por su situación geográfica que se tienen que acometer, además de mirar hacia un futuro que ya ha venido para quedarse. Se echa en falta menos insultos, y más ideas. Melilla saldría ganando.

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