Por Rafael Acebal Mancheño
Tres toques de campana y una penúltima «levantá» hacia el cielo, para rendirte homenaje y agradecerte todo lo bueno que hiciste y que nos dejas como legado a los que ya te añoramos. A buen seguro que han ido los tuyos a recibirte como mereces, tus cuñados Pepe y Enrique, nuestra Filo, tus padres… y, por supuesto, tus Santos Titulares que se habrán encargado de que la bienvenida haya sido cofrade, ecuménica y formal, tal y como tu profesaste durante toda la vida dedicada a tu mayor pasión… tu Cofradía, tu Iglesia y trabajar para engrandecer nuestra bendita Semana Santa…
¿La oyes Fran? Seguro que sí… Ya suena bonita tu agrupación musical…, en tonos bajos…, como si de noche de pasión se tratara, para rendirte homenaje y despedirte «de a poquito a poco», nota a nota…, sin saber ni querer cuándo acabar… como si eso ralentizara tu partida y pudieran retenerte entre nosotros un poquito más… Sin prisas pues…, que siga sonando así de bonita y pausada…, ¡va por tí…! ¡Cuanto perdemos con tu marcha…!
Se nos ha ido «el patriarca» y dejas a esta maravillosa familia, la tuya, la nuestra…, rota de dolor, aunque… como bien sabes…, por la de veces que comentamos la suerte que tuvimos y tenemos de formar parte de ella, arropándonos desde el primer minuto de tu partida, dándonos consuelo unos a otros…, porque…, ya sea para momentos buenos y de risas o malos y de llantos…, es difícil superarnos…
Ya te imagino convocando Cabildo para que la «borriquilla» del próximo Domingo de Ramos, allá en el cielo, recorra y adorne sus avenidas de nubes eternas, tan bonita y señorial como a la que nos tenías acostumbrados aquí, cuando desde las puertas de tu Casa de Hermandad la llamabas cada año para que saliera a acompañarnos a todos por las calles de nuestra ciudad.
Me faltarían páginas para rellenar nombres de familiares, amigos y conocidos que desearían brindarte este penúltimo homenaje, porque, a buen seguro que… mereces y habrá alguno más…, pero vayan aquí los de tu esposa Maricarmen (Chica), el amor de tu vida; los de tus hijos Juanjo y Alejandro, que son ejemplos de lo que fuiste y que llevarán tu impronta con mucho orgullo todas sus vidas, el de tu Sandra y tus maravillosos nietos Fabio y Lucía, y el último adiós sentido de tus herman@s, cuñad@s, sobrin@s, y tantos otros que, por no dejar a nadie en olvido, prefiero no enumerar.
En fin…, no mucho más Fran, un nudo en la garganta, la pena y las lágrimas aflorando mientras escribo…, no me dan para más.
Así que… ahora sí, y con el corazón roto…., tu sobrino Roberto, fiel espejo «semana santero» de todo lo que dejas aquí, está pidiendo solemnemente con tres toques de campana…, una «última levantá» en tu honor y por tu recuerdo eterno… para elevarte junto a tu «Dolorosa» que ya te arropa bajo su manto… y que te escucha decirla una y otra vez como tantas veces hiciste en vida… «virgencita… no hay dolor…. sin tu dolor»…
Hasta siempre Fran. Paz y bien allá donde estés… ya te echamos de menos.
¡Toca levantá cuñao! y… ¡al Cielo con él!