El Grupo de “Regulares de Melilla” nº 52 (GREG 52), sobrecogido aún por la triste y repentina noticia, quiere dedicar un emocionado recuerdo a nuestro veterano compañero, el Comandante Juan Antonio Adamuz Estévez, fallecido el pasado día 2 de noviembre, en Melilla y a los 79 años de edad, en compañía de sus familiares.
Nació el 14 de febrero de 1941, en el “día de los enamorados”, pero ha compartido su amor, con la que ha sido su mujer toda la vida, María, con su amor a la Patria.
Casi ochenta años de vida intensos y en los que ha tenido tiempo suficiente para entregar mucho al Servicio de España en sus diferentes destinos, pues Juan Antonio ha vestido el uniforme militar en activo durante casi 40 años, ya que ingresó, como Soldado voluntario allá por 1957, obteniendo progresivamente los empleos de Cabo, Cabo 1º, Sargento, Brigada, Subteniente, Teniente, Capitán, hasta su pase a la reserva, donde es ascendido al empleo de Comandante en 1995.
Su dilatada vida militar le ha permitido conocer diferentes unidades y territorios peninsulares e insulares, destacando, entre otras, el Regimiento de Infantería “Órdenes Militares” nº 37 , el Regimiento de Infantería Mecanizada “España” 18, el Grupo de Fuerzas Regulares de Melilla nº 2, el Grupo Logístico XXI de la Brigada Mecanizada XXI, el Parque y Taller de Vehículos Automóviles de la entonces novena región Militar, regresando de nuevo al Grupo de Fuerzas Regulares de Melilla nº 2, el Regimiento de Cazadores de Montaña “Sicilia” 67, el Regimiento de Infantería Mecanizada “Córdoba” 10, el Cuartel General de la División Motorizada nº 2 y por último, el Mando y PLM de la Agrupación de Apoyo Logístico nº 21, hasta su pase a la reserva.
Diferentes plazas y diferentes unidades han marcado su vida, destacando en su trayectoria, por su duración y por estar grabada en su corazón, la permanencia durante algo más de 6 años en el Grupo de Fuerzas Regulares de Melilla nº 2, su ciudad natal, su ciudad del alma, en los empleos de Sargento, Brigada y Subteniente.
Una vida jalonada por sus labores en el campo, con ocasión de ejercicios tácticos; mañanas, tardes y no pocas noches de trabajo. Una vida con diferentes condecoraciones materiales, pero sobre todo inmateriales, en forma de reconocimiento y cariño de cuantos le han acompañado en esa vida de sacrificio castrense.
Una vida plena en lo militar, pero quizás incompleta, en lo familiar, pues aún tenía, junto a su inseparable compañera de viaje, su esposa y ahora viuda, María, un puñado de proyectos por cumplir, en forma de viajes, paseos y nuevas experiencias, pues era un alma inquieta y viva.
En su camino hacia el juicio final, sus compañeros destacan sus cualidades humanas y profesionales, señalando, quizás, una de ellas como la que más le caracterizaba; “era gran amigo de sus amigos”. Juan Antonio, para éstos, era sobre todo, una persona en quien confiar.
El Grupo de “Regulares de Melilla” nº 52 guardará en su memoria el recuerdo de un compañero caído, que siempre estará con nosotros y enviamos el más cariñoso de los abrazos a sus familiares y amigos, con el deseo de que encuentren un pronto consuelo, quizás basado en el orgullo que sintió de Servir a España como un Soldado más.
Descanse en Paz.
